Puta con maestría. "NO significa NO"
Foto: Nacho Delgado
La idea de que "putas somos todas" nos genera un aire fresco de franqueza y solidaridad por la libertad de decidir, de escribir nuestra historia, esa individual y colectiva, esa que nos hace únicas, plurales y a la vez nos convoca a estar unidas, decidir sobre nuestros ojos, cabello, cintura, senos...en fin, sobre todo nuestro cuerpo.
El 12 de junio en México, se realizó la denominada "Marcha de las Putas, marcha que nació en Canadá en abril de este año, a partir de la declaración de un jefe de policía -que reflejó prejuicios que se hacen extensivos en muchos espacios, en distintos países y contextos - dado que manifestó que las mujeres no deberían vestirse como putas para no ser víctimas de violencia sexual (violación). La reacción organizada e indignada ante ello, paulatinamente se extiende por el continente americano y otras regiones del mundo.
La consigna común se enmarca en la desnaturalización de lo femenino, a partir de la deconstrucción y resignificación de lo que significa ser mujer y la forma en que esta categoría involucra relaciones entre mujeres y de estas con los hombres, especialmente en lo que implica la autonomía de los cuerpos; el cuerpo (como campo ético y estético). La consigna central fue "NO significa NO, porque no importa lo que se lleve puesto, no existen razones para el acoso o la agresión.
Foto: Nacho Delgado
La marcha realizada en el centro de la ciudad tuvo la presencia de mujeres y hombres, que - a partir de la toma del espacio público - establecieron de forma conjunta la reivindicación del derecho a devenir mujer; irse construyendo, auto-definiendo.
De la participación en esta manifestación y vivencia nace este fragmento que representa un fractal de lo acontecido y, a la vez, da cuenta de lo que significó no solo en términos performativos, sino de proyección, demanda y construcción como mujeres, más allá de la clase social, la pertenencia étnico-identitaria, la opción sexual, el título académico que se tenga (o no) y los significados adscritos a estos aspectos, yendo en contra de todo estigma para ser nosotras quienes definamos y decidamos quiénes y cómo queremos ser.
"Mientras caminábamos juntas y juntos por las avenidas de México DF en compañía del sol, en medio de carteles, cámaras, sinceridad y gente compañera, elevando con tanta certeza consignas tan simples y honestas como "mi escote grandote no es para que me toques o "mi falda cortita no me hace facilita, habitamos como nunca la palabra PUTA- polisémica y controversial- palabra que ha sido utilizada para nombrar de forma "resumida, más allá de la carga valorativa o nociones normativas a las trabajadoras sexuales, prostitutas o más brevemente "putas o de forma peyorativa y prejuiciosa a ellas o a nosotras (las de otro trabajo, oficio, sueño u ocupación) asumiendo - al usarla- que así debe ser denominada toda "señora o señorita-MUJER que se distancia de la vocación por la virginidad, la rectitud y las buenas costumbres, por lo que deberá cargar con el peso de las culpas, los castigos, las sanciones que se resumen en esta palabra bisilábica PU-TA.
Foto: Jenny Carolina Cortes
Pero la idea de que "putas somos todas nos genera un aire fresco de franqueza y solidaridad por la libertad de decidir, de escribir nuestra historia, esa individual y colectiva, esa que nos hace únicas, plurales y a la vez nos convoca a estar unidas, decidir sobre nuestros ojos, cabello, cintura, senos... en fin, sobre todo nuestro cuerpo, como personas enteras e integrales: convicción, razón y emoción, las que nos animan a la lucha y denuncia para no ser violentadas nunca, bajo ninguna de las múltiples (cada vez más novedosas y sutiles) versiones de la agresión, para sabernos humanas, imperfectas, "no Marías ni Magdalenas sólo nosotras con esta mezcla de elementos que escogemos y construimos para vivir.
Foto: Jenny Carolina Cortes
Puta entonces hoy significa ser la mujer que es y quiere ser quien es, quien lleva una minifalda o un pantalón sin culpas, quien lleva un cuello alto o tiene un escote profundo hasta el alma y vibra, sintiendo su cuerpo como propio, la que se cubre porque quiere -no por temor - la que define su forma de ser, hacer y vivir. Muchas veces esta palabra (PUTA) no es nombrada en voz alta, abiertamente, de frente, habita pensamientos lascivos y prejuiciosos de quienes quieren con ello (creyendo en su derecho de hacerlo) juzgar a las que se han zafado con delicada o abrupta habilidad de los "deberes seres tantas veces invadidos de hipocresía que buscan burdas y pretendidas perfecciones.
No señoritas, no damas, no princesas, no malas, ni buenas... MUJERES y humanas en la pluralidad y plenitud de lo que esto significa, cubiertas o destapadas, gritando más fuerte o de forma discreta pero NUNCA callando. Hoy esa palabra se transforma en una consigna de amor, de lucha de re-novación, re-construcción-, re-significación lejos de cualquier estigma simplista y trivial.
Cae la tentación y el peligro del o la lectora que vinculará esto con cierto feminismo o una lucha sexista. No hay confrontación naturalizada en esto, los "enemigos de esta lucha no son naturalmente hombres y/o mujeres, es toda idea, principios, acción u omisión, persona(s) que juzgue(n), violente(n) y/o castigue(n) la decisión y posibilidad de caminar por las calles y por la vida siendo las mujeres que queremos ser. La revolución empieza en una misma, la primera búsqueda de soberanía reside en los cuerpos, el machismo -entre otras formas de discriminación- es una lucha que hombres y mujeres debemos dar a partir de la opción sexual que tengamos. La reafirmación es un reto diario, se construye gritando juntas y juntos en la cotidiana búsqueda de la transformación.
Foto: Jenny Carolina Cortes
En el marco de esta palabra que hoy suena distinta y maravillosa "PU-TA"... me retiro a los libros, a la poesía, a la alegría, como decía el cartel que orgullosamente portábamos por las avenidas de México DF en compañía del sol "PUTA CON MAESTRIA.
----------------------Magister Antropología y Desarrollo / Magister en proyectos para el Desarrollo
Estudiante de Doctorado de Investigación en Ciencias Sociales.
Agradezco la experiencia compartida y construida en la marcha a María Elena García, Jenny Carolina Cortes, Nacori López, Ignacio Delgado, Natalia Flores y Lidia Sihuacollo.
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