Buscando al "yo real": luchar contra el machismo en Ciudad de México
En una calle tranquila oculta en medio de Roma Sur, en el centro de la Ciudad de México, se encuentran las oficinas de la organización GENDES, abreviatura de género y desarrollo.
Fundada en 2009, lleva casi una década promoviendo la igualdad de género en México y luchando contra el machismo y las masculinidades negativas.
La entidad lleva a cabo su misión a través de investigación y activismo y la creación de espacios para la reflexión y la intervención. Entre otras cosas, organizan clases de grupo para hombres basadas en un modelo del Centro de Formación para Erradicar la Violencia Intrafamiliar Masculina.
Los hombres se sientan en círculo y dos facilitadores les guían a través de una serie de ejercicios de reflexión diseñados para ayudarles a conectar con su "verdadero yo".
El año pasado, tuve la oportunidad de asistir y observar una de estas clases, a la que llaman "Hombres trabajando(se)", para producir un cortometraje sobre el proyecto para openDemocracy 50.50.
"Prometo escuchar y aceptar las opiniones de mi compañera" y "Prometo crear un ambiente saludable para mí y para los demás" son dos de las 12 promesas para mantener unas relaciones correctas que repiten en cada clase los asistentes.
Los hombres se sientan en círculo y dos facilitadores, Guillermo Mendoza Rivera y Rubén Guzmán López, les guían a través de una serie de ejercicios de reflexión diseñados para ayudarles a conectar con su "verdadero yo", o "Yo real".
Un hombre dice que tiene 37 años y que ésta es la segunda vez que acude a clase. "Mis actos de violencia han sido contra mi suegra y mi hijo. Con mi hijo, ha sido violencia física y también verbal, con mi suegra ha sido verbal ", confiesa.
Los hombres se presentan uno tras otro y confiesan el tipo de violencia - física, sexual, emocional, financiera o verbal - que pueden haber cometido esa semana y si han practicado o no un "retiro" - un "compás de espera" de una hora para prevenir la violencia.
La segunda mitad de la clase de dos horas de duración se centra en un acto específico de violencia cometido por uno de los asistentes. Los demás, liderados por Rubén, ayudan al hombre a desmenuzar la situación y a desentrañar el cómo y el por qué se volvió violenta.
La descripción que me hizo Rubén de esta parte de la clase fue que es como desglosar un guión en escenas para rodar una película. Al detener la acción en varias de ellas, los hombres ponderan cómo podrían haber actuado de manera distinta.
En la clase a la que asistí, un hombre dijo que había pegado a su hija por desobedecer sus instrucciones. Fue tras una tarde de tensión, en la que habían estado esperando una llamada de su madre, con la que hacía meses que no hablaban.
Los hombres reflexionaron y discutieron sobre el problema que representan unas normas sociales que les permiten asumir el rol de padres castigadores cuando sus hijos les "desobedecen".
Vicente Mendoza tiene 26 años y acude cada semana a GENDES. Un amigo le habló de este lugar. Dice que está aquí para asumir la responsabilidad de su comportamiento violento contra su madre y su pareja.
Me dijo: "Todos ejercemos violencia de una forma u otra. Identificándola, reconociéndola y trabajando sobre ella, bueno, creo que nos hace mejores personas y da lugar a una sociedad mejor.
El objetivo es erradicar todas las "acciones violentas contra las mujeres".
Es importante que, como hombres, trabajemos en esto, especialmente en una sociedad como la mexicana, en la que el machismo está arraigado desde la cuna".
Mauro Vargas Uría, uno de los fundadores de GENDES, dice que es injusto que las mujeres enfrenten barreras en México por un determinado estado mental masculino: el machismo. Dice que el objetivo es erradicar todos los "comportamientos y acciones violentas contra las mujeres".
Le pedí a Mendoza que definiera el machismo. Lo llamó "un velo que nos ciega… que le da a los [hombres] súper poderes, que en realidad no existen y que - muy al contrario de unos súper poderes - son muy negativos".
"Lejos de ser constructivo", me dijo, el machismo puede "arruinar la vida de otras personas. Esto es lo que hace el machismo: te coloca en una posición de poder o autoridad… No importa lo que pueda ocurrir en la vida de otras personas, no te importa".
Ser un hombre en México, dice Mendoza, implica privilegio y también responsabilidades: "no llorar, no expresar sentimientos y ser el proveedor. Estas responsabilidades te llevan a limitarte en el ejercicio de ser y te endurecen y te hacen frío hacia las otras personas".
Rubén, que ha sido facilitador en GENDES desde que se organizaron las primeras clases, dice que luchar contra el machismo "es un proceso que dura toda la vida" y que los hombres deben estar "analizando constantemente nuestros actos de violencia".
Lo que enfrentan, me dijo, es "un cultura muy fuerte". "La violencia está en todas partes, en los medios de comunicación, en la religión, en las escuelas, en el trabajo, en todas partes. Está muy establecida".
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