Educando a Miguel
Artemisa Noticias
Argentina. Todos los años en la Argentina ocurren aproximadamente 700.000 nacimientos, de los cuales 100.000 corresponden a menores de 20 años. Y unos 3.000 más a niñas (10 a 14 años).
Si, estimado lector, leyó bien. Esto ocurre desde hace décadas. Antes de la asignación universal por hijo, en dictadura y en democracia. Son fenómenos sociales que no se modifican al vaivén de los tiempos electorales.
Mirado en perspectiva histórica, sin embargo, la proporción de las adolescentes de 15 a 19 años que son madres cada año ha ido disminuyendo. Aunque la 'sensación térmica' de la sociedad sea que hay un 'boom' de embarazos adolescentes. O ciertamente, en algunas provincias u hospitales las proporciones estén creciendo. Pero si miramos el panorama completo (a nivel país), la fecundidad adolescente tardía (15 a 19 años) viene bajando, aunque no alcanzó todavía los niveles en los que estaba en los años 60.
La que se mantiene clavada, en cambio, es la llamada 'fecundidad precoz' (10 a 14 años). Esta es la que no baja aunque ahora los anticonceptivos ya no estén prohibidos (como en los 70s) y tengamos un programa nacional de salud reproductiva y 'procreación responsable'. Es bastante obvio, si se lo piensa un momento. La mayoría de los 'padres' de estos 3000 bebes les llevan 10, 15, 20 o más años a las 'madres'. Es difícil imaginar a una niña de 11 o 12 pidiéndole a un adulto que use preservativo. O que esta niña esté tomando píldoras anticonceptivas para evitar embarazos no deseados.
Es verosímil pensar que, dada la diferencia de edad y de género, estos embarazos no han sido buscado o deseados. Probablemente, la mayoría de ellos sea producto de relaciones no consentidas, violaciones, estupro. ¿Qué hacemos como sociedad para disminuir estas cifras, estas realidades? Poco o nada. Seguimos culpabilizando a las víctimas. He escuchado decir: 'tendrá 11 años pero es un minón'. Y ustedes seguramente también. No todos condenamos estas expresiones machistas, que se escuchan a diario en la TV. No todos los violadores están presos. No todos repudiamos la violencia de género como se necesitaría, etc. etc. etc. ¿A qué candidato le interesan estas 3000 niñas?
Pero volvamos al desatinado comentario del Sr Del Sel, que muchos compatriotas de alguna manera comparten. Son quienes consideran que el embarazo en la adolescencia es la 'causa' de la pobreza, no su consecuencia. Es sabido que, en ausencia de otras oportunidades y proyectos, algunas adolescentes (un tercio de las que son madres, aproximadamente) ven la maternidad como 'algo lindo': tener algo propio, dar y recibir afecto, ser mirada de otra manera por su familia y su comunidad.
Estar embarazada, a veces, libra a algunas chicas de los abusos sexuales de algún pariente o conocido. Y sí, la vida es dura para muchas. Pero la mayoría de las adolescentes madres no han 'planificado' sus embarazos (igual que muchas adultas). A grosso modo, 'dos tercios' de las madres adolescentes se embarazaron sin buscarlo ni quererlo. Pensaban que no se iban a embarazar (todavía hay mitos que desterrar), no se animaron a pedir el preservativo, lo pidieron pero el compañero se negó, etc. Y cuando tienen su bebé (si no quisieron o pudieron acceder a un aborto clandestino) se sienten felices y generalmente los cuidan y los aman.
Recapitulando, la relación entre embarazo en la adolescencia y pobreza existe pero es inversa a la que el Sr Del Sel propone. Una joven no se embaraza para recibir la asignación por hijo. Reciben una asignación por hijo las adolescentes que se embarazan. Y se embarazan mayoritariamente las adolescentes con menores niveles educativos, las que viven en viviendas precarias, las que trabajan en mayor medida que sus pares de otros sectores sociales. Las adolescentes de clase media, las que tienen intenciones de seguir estudiando o pueden acceder a un buen empleo, esas no se embarazan. O abortan sin riesgos. Siempre ha sido así, con o sin asignación por hijo. ¿Se entiende ahora, Miguel?
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