"Queremos Paz, justicia y respeto a la Vida"
Chile. Antojadizo, racista, sectario, elitista y discriminatorio resulta la perspectiva que ciertos sectores políticos - empresariales - colonialistas tienen sobre la denominada "Paz" con respecto a los últimos hechos de violencia que han venido ocurriendo en algunas zonas con respecto a incendios y atentados y que han sido sindicados, entre líneas, a móviles mapuche con infiltración de grupos anárquicos.
Ya pasó el tiempo en que sectores conspiradores en Chile, como el senador Espina, entre otros, acusaban a diestra y siniestra sobre supuestas relaciones "Mapuche con las Farc" de Colombia o cuanto grupo bélico insurgente se le ocurriese. Estos grupúsculos en Chile acostumbrados a actuar con estos niveles de bajeza, lo que han dicho públicamente, con sus mensajes acusatorios, es que el movimiento Mapuche no es capaz de actuar por sí mismo, ni reivindicar sus derechos, ni exigir justicia, porque no es capaz de pensar por sí mismo, por ello se requieren de agentes externos.
Más allá de los absurdos y descriteriados comentarios de la Ministra Pérez utilizando términos de "pacificación en la Araucanía", lo mismo utilizado en el último periodo del siglo 19 para cometer la invasión bélica al territorio Mapuche, genocidio, masacres estatales, reduccionismo, empobrecimiento, desplazamientos y negación de derechos, hoy lo que más preocupa, es que ciertos sectores son capaces de levantar una enorme cortina de humo para causar un estado de excepción en la Región de la Araucanía a nombre de una falsa paz, que solo pretende intensificar actos de amedrentamiento, militarización y criminalización, proveniente de los mismos sectores de siempre acostumbrados a violar sistemáticamente derechos humanos, de intervenir el aparato público para sus fines maquiavélicos y de dar continuidad y proyección a su estado neo colonial. Bueno sería en este contexto, que aquellos que acostumbran a poner en la palestra pública a "enemigos internos" sin fundamentos, pudiesen mirar sus ombligos, porque de seguro encontrarán historias siniestras en sus propios cuadros sobre formas de intervención, montajes y atentados.
Esa paz que se vocifera en las esferas públicas, emuladas por ejemplo por el intendente Molina en su "lucha contra el terrorismo", es absolutamente sectorial y acomodadiza. Aquí ciertos sectores consideran que la paz debe ser reinante exclusivamente para sectores del latifundio e industrias, allí reaccionan y una vez más se hace caso omiso a la violencia desatada en el seno del Pueblo Mapuche.
¿Es posible hablar de paz cuando un Pueblo ha enfrentado la violencia histórica de un estado sin que hasta el presente se establezcan formas efectivas y justas de reparación?
Es violencia las miles de personas que viven alrededor de la basura urbana de las ciudades y poblados de esta región, con sus aguas y tierras contaminadas. Es violencia la expansión de la industria forestal con especies exóticas de pino y eucaliptus. A propósito, ¿alguien le podría explicar al Presidente de Chile Sebastián Piñera ante sus indoctos comentarios que los pinos y eucaliptus no son bosques y que gran parte de los incendios se debe a la responsabilidad criminal del estado y las propias empresas de la industria forestal?
La sequía ha sido progresiva a causa de la expansión forestal, un modelo depredador que pretenden seguir expandiendo, generador de resequedad, plagas e incendios por doquier. Es también violencia seguir sacrificando territorios ancestrales con la imposición de industrias dañinas y contaminantes en todas las formas, como son las pisciculturas, las hidroelétricas, las mineras, entre otras, pasando a llevar las autonomías y las prioridades y necesidades en materia de desarrollo.
Es violencia el abuso y violencia sistemática en decenas de comunidades Mapuche por el actuar de agentes represivos estatales, contra cientos de familias Mapuche, en el marco de la respuesta estatal a las reclamaciones de tierras de comunidades, existiendo numerosos niños y niñas que sufren estos accionares.
Es violencia las condenas desproporcionadas, el uso de leyes fácticas como la antiterrorista, en contra de aquellos que se han movilizado por sus derechos exigiendo reparaciones. No es posible hablar de paz cuando en diversas cárceles hay presos políticos Mapuche y detrás hay familias completas en sufrimiento.
Los temas planteados son indispensables, no tan solo para una paz verdadera y sincera, de sentido común, sino además para que haya justicia y respeto pleno de los derechos humanos, colectivos e individuales. Se hace fundamental que quienes dicen respetar los derechos humanos y se encuentran insertos en los espacios de poder público, que conminen a establecer salidas políticas que vayan en ese sentido y no al desquiciamiento que algunos pretenden, dotando de más represión, hablando de paz empujando a más violencia contra las víctimas de siempre.
Hoy, es indispensable que se cumplan y se respeten los tratados internacionales de Derechos humanos, que se establezca el reconocimiento a las autonomías y se conmine a medidas de reparación-recuperación desde las políticas públicas del estado, tendiente a eliminar la discriminación, el colonialismo, entre otros, como también, atendiendo el reguardo de los recursos naturales, fundamentales para el desarrollo de la vida para toda la región de la Araucanía.
No es posible hablar de paz solo para algunos, mientras se perpetúa la injusticia y el atropello de derechos para una gran cantidad de habitantes en esta región y que en su mayoría son parte de un Pueblo - Nación originaria. No es posible que las fuerzas bélicas y fácticas se impongan con una malformación sobre el concepto de paz.
Todos quienes exigen justicia y reparación de derechos, exigen PAZ, paz plena, paz auténtica, partiendo por el respeto a la vida, considerando los cobardes asesinatos que agentes estatales han venido haciendo de varios jóvenes Mapuche, como ocurrió con Alex Lemun, Matías Catrileo, Jaime Mendoza Collío, Rodrigo Melinao, Zenen Díaz Necul, todas víctimas en el marco de legítimas reclamaciones de tierras, terrenos que están concentrados en el presente en algunos latifundios coloniales y terrenos de forestales, cuyos propietarios no han tenido ni un mínimo acto de dignidad para buscar caminos que contribuyan a la reparación de derechos del Pueblo Mapuche, por el contrario, han contribuido a proyectos de muerte.
Más artículos de: Alfredo Seguel