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Todavía queda mucho por hacer para que las personas con necesidades especiales viajen en igualdad de condiciones

Daniela García
LatiCe

Cuando leí la nota de Alejandro Hernández sobre discapacidad y burocracia en Chile me conmovieron los problemas que deben enfrentar padres como los de Catalina. Recuerdo que pensé que era una suerte vivir en Suecia, en Europa, adonde incluso recientemente se ha aprobado una ley que garantiza los viajes aéreos en igualdad de condiciones. Hoy, sólo un par de semanas después, pienso diferente. Todavía queda mucho por hacer en Suecia y en Europa para que quienes tienen necesidades especiales tengas las mismas oportunidades. Quiero por eso dejar testimonio de los problemas que tuve que enfrentar al viajar con Aragón, mi hijo de tres años, a Tenerife.

Vamos a estar fuera una semana, salimos el 5 de septiembre y regresamos el 12. Es la primera vez que salimos de vacaciones desde que Aragón nació. El 4, o sea el día anterior a la partida, Aragón se despierta con fiebre, pasó la noche mal y por eso decido llevarlo al médico para que lo revisen y decidan si está en condiciones o no de viajar. El médico lo examina y después llama a una consulta con el médico responsable de la clínica. Deciden que puede viajar si les subimos las dosis de las medicinas que está tomando. Tenemos que llevar todas las medicinas en el viaje.

Antes de salir para el aeropuerto meto en el bolso de mano un poco de Paracetamol por si tengo que darle durante el viaje, una inyección de 10 mililitros, tabletas de cortisona y los spray que utiliza por el de asma. El resto de las medicinas junto a los aparatos de sonda, los alimentos que usa con la sonda y el resto de cosas que Aragón necesita para sobrevivir y poder disfrutar del viaje las meto en una maleta en la que van todas sus cosas. Conmigo llevo también un certificado del hospital adonde el médico responsable de Aragón ha escrito que Aragón se alimenta por medio de una sonda y que todo lo que va en su equipaje es necesario para que pueda nutrirse.

Somos un grupo de ocho personas los que viajamos, así que cuando vamos a despachar las maletas lo primero que le digo al personal del aeropuerto es que en una de las maletas van el aparato de sonda y los alimentos de mi hijo y que tengo un certificado médico, después le pregunto si quiere que se lo enseñe. La empleada me dice que empecemos a despachar equipajes y que ella me va a ir pidiendo lo que necesita. El coche de Aragón me lo hace despachar como equipaje especial, el resto de las maletas las despachamos todas juntas. Lo único que me pide son los pasaportes de los tres chicos menores de edad que viajan con nosotros. Cuando vamos a pasar por la aduana quieren que tire el agua que llevo en el bolso de mano para consumo de Aragón durante el viaje. Les explico que está enfermo y que tengo un certificado médico. No lo necesito mostrar pero me piden que tome agua delante de ellos para garantizarles que no es más que eso, agua.

Llegamos a Tenerife. El viaje es tranquilo. Salimos a buscar las maletas. Todas van apareciendo por la cinta transportadora de equipaje, todas menos la de Aragón. Finalmente subimos a los taxis que nos esperan y dejamos atrás el aeropuerto. La maleta seguramente quedó en Madrid y Spanair nos la va a hacer llegar al hotel en el transcurso del día. Cuando nos registramos en la recepción del hotel nos dicen que la empleada de Spanair dejó el mensaje de que la maleta está, no en Madrid, sino en Munich y que, por lo tanto, no va a llegar hasta el día siguiente. Sin sonda y medicinas el estado de Aragón empieza a empeorar, tiene vómitos por la noche y sigue al día siguiente, se lo ve cansado, debilitado.

No hay nada que pueda hacer para solucionar la situación. Aragón tiene tres años y medio, es inteligente y alegre, le gusta cantar y bailar y disfrutar de las cosas buenas aunque lucha con problemas de slaud que, pese a las tantas pruebas genéticas realizadas, los médicos aún no saben cuál es. Aragón tiene muchos problemas de salud, son diez los especialistas que lo controlan periódicamente. Aragón no puede tomar cualquier medicina, no quiere comer y los alimentos que le doy por la sonda se piden especialmente por la farmacia para Aragón, porque su estómago no tolera cualquier alimento. Aragón en un niño con necesidades especiales y éstas son sus primeras vacaciones.

Pasadas las veinticuatro horas de estar en Tenerife sin que la maleta aparezca y sin que Spanair nos contacte. Volvemos a llamar al aeropuerto de Estocolmo (hemos estado haciéndolo desde el día anterior) donde nos informan que la maleta había queda en Estocolmo (¿en un control de seguridad?), ahora está detenida en Munich, es decir, no salió con el vuelo que debería haber salido. Volvemos a comunicarnos con Spanair adonde, por el contrario, me dicen que la maleta sigue en Madrid camino de Tenerife. ¿Estocolmo? ¿Munich? ¿Madrid? ¿Adonde está el equipaje de Aragón? ¿Sabe esta gente lo que está diciendo? Les vuelvo a explicar los problemas de salud de Aragón y que es lo que viene en esa maleta. Y me pregunto cuál fue el error. Yo llegué al aeropuerto con un certificado médico que, según el médico del hospital de niños, es lo único que necesitaba para poder viajar con todo lo que mi hijo necesita para sobrevivir. Dije que tenía este certificado y quise enseñarlo. No me lo pidieron. Si después la valija quedó detenida en el mismo aeropuerto de Estocolmo en un control de seguridad, ¿por qué no me llamaron para que explicara que contenía? ¿Para que enseñara el certificado? ¿O llamaron a un médico para que controlara su contenido? ¿No dicen que existe personal capacitado en estas cuestiones en los aeropuertos europeos? ¿Por qué volvieron a detener la valija en Munich? ¿No hubiera sido más simple que al explicar yo el contenido de la valija y hablar del certificado médico el personal que despachó nuestro equipaje en Estocolmo enviase la valija de Aragón con una copia del certificado médico junto con el coche en la cabina del avión? ¿Cuán larga es esta cadena de errores que comienza en el aeropuerto de Estocolmo al iniciar nosotros nuestro viaje?

Aragón lleva ya 36 horas sin alimentos ni medicinas. No quiere moverse, llora y vomita. Hablo con Spanair y les digo que esto es cuestión de vida o muerte. Siguen considerando la maleta de Aragón como un equipaje perdido cualquiera. No entienden.

Llega la noche, llamó al número danés de SOS (urgencias adonde los suecos nos contactamos ante cualquier eventualidad cuando estamos fuera del país) y les pregunto cómo me pueden ayudar. Me recomiendan llevar a Aragón al hospital.

Otro día más pasa sin que la maleta aparezca, sin contacto con Spanair. Aragón lleva a las 5 de la mañana 48 horas sin comer y sin medicinas. Se lo ve más débil. Nos vamos preparando para ir al hospital. Pasamos el día llamando a Spanair en España y al aeropuerto de Estocolmo en Suecia. En todos lados nos dicen cosas diferentes y nos tratan como que si hubiéramos perdido una maleta con ropa, "Salga y compre lo que necesita", me dicen "sí, si, señora, tiene razón" pero me doy cuenta de que no entienden la gravedad del caso. La normativa europea que pretende garantizar la accesibilidad a los viajes aéreos decía que se iba a capacitar al personal en estas cuestiones. ¿Será que viajé a destiempo? ¿Será que el personal de Spanair/SAS aún no recibió la capacitación?

Por la tarde vuelvo a llamar a Estocolmo, el personal del aeropuerto me dice que el caso está cerrado (así figura en el sistema), la maleta aterrizó en Tenerife a las 16 horas y me fue entregada a las 17 horas. Son entonces las 17.20. Llamó a la recepción del hotel. El personal está preocupado, dicen estar todos al tanto de la situación de Aragón y pendientes del equipaje y no saben nada de éste ni de Spanair. Vuelvo a llamar a Spanair y me dicen que no saben nada. ¿Cómo puede ser si en Estocolmo figura el caso cerrado y la valija entregada? La empleada que me contesta me trata mal, como que si estuviera molestando, me dice algo así como "sí señora cuando su equipaje sea encontrado ya le avisaremos nosotros. " Insisto, le explico nuevamente lo que me dijeron en el aeropuerto de Estocolmo, Y por toda respuesta obtengo nuevamente un "sí señora, tiene toda la razón, señora", con un tono como si yo fuera idiota y, lo que es peor, ME CUELGA EL TELÈFONO EN LA MITAD DE LA FRASE

La maleta fue entregada, según la anotación que hicieron en la recepción del hotel aquella misma noche, a las 19.55 horas. Todavía estoy esperando a que el personal Spanair se interese por saber las consecuencias que tuvo la pérdida de la maleta en la salud de mi hijo.



Publicado: septiembre 2008

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