Sobre la igualdad en Suecia
LatiCe
Durante mucho tiempo se consideró que Suecia era el país más igualitario del mundo. No hay dudas de que tenemos mucho de lo que podemos estar orgullosos. Nos encontramos en el primer lugar en referencia al número de mujeres parlamentarias, alfabetización y educación. En el tercero en lo que se refiere a la cantidad de ministros así como a los ingresos de las mujeres. Pero también hay que destacar que hasta ahora no ha habido ninguna jefa de estado que fuera mujeres (39 países han sido mejores que Suecia en este aspecto en los últimos 50 años) y lograr igual sueldo por el mismo trabajo realizado ha pasado a ser un sueño difícil de realizar. Pero en Suecia continuamos luchando en diferentes frentes para que así sea. De acuerdo a una investigación realizada recientemente, y cuyos resultados se analizan en un artículo periodístico del día 24 de marzo último, las parejas heterosexuales que se proponen convivir en una relación igualitaria deben recorrer un camino en el que se suceden los conflictos. Hombres y mujeres deben cambiar sus actitudes. Y éste es, indudablemente, un proceso difícil sobre el que, casi siempre, toman las riendas las mujeres. Son ellas, las mujeres, las más activas y las que más se interesan por estas cuestiones. Son ellas las que participan mayoritariamente en los seminarios en que se discute como lograr la igualdad y otras cuestiones relativas a DSSR. Pero no hay que olvidar que en una sociedad igualitaria todos, tanto los hombres como las mujeres, van a sentirse mejor.
A pesar de que el país ha bajado hasta el tercer puesto en la jerarquía internacional el gobierno sigue trabajando para que los hombres y las mujeres tengan el mismo poder de conformar la sociedad así como sus propias vidas. La política oficial puede resumirse en los siguientes cuatro objetivos secundarios:
- El poder y la influencia tienen que estar repartidos en forma igualitaria entre las mujeres y los hombres. Ambos tienen que tener los mismos derechos y las mismas posibilidades de ser ciudadanos activos así como de tener el mismo poder de tomar decisiones.
- Igualdad económica ya que tanto las mujeres como los hombres deben tener las mismas posibilidades y las mismas condiciones en relación a la educación y el trabajo asalariado.
- El trabajo no pago, tanto el doméstico como el de proporcionar cuidados, debe repartirse en forma igualitaria entre las mujeres y los hombres. Los dos deben responsabilizarse del de las tareas domésticas y de dar y recibir cuidados en las mismas condiciones.
- Debe ponerse fin a la violencia de los hombres contra las mujeres. Las mujeres y los hombres, las niñas y los niños, deben tener los mismos derechos y las mismas posibilidades a la integridad física.
También se trabaja de abajo hacia arriba. La organización de las mujeres a nivel local, regional e internacional es de la mayor importancia ya que se basa en el principio del empoderamiento.
En este proceso de concretar los objetivos propuestos en la política de igualdad hay que reconocer el papel que juegan los centros de recursos para mujeres. Estos surgieron en la década de 1990 cuando se reconoció que el 90% del dinero recaudado por los impuestos lo canalizaban as actividades dirigidas por hombres. En 1999 se creó La Asociación Sueca de Centros de Recursos para Mujeres (ASCR) y centros locales y regionales aunados en un trabajo en redes.
ASCR trabaja para que las mujeres puedan canalizar parte de los recursos de la sociedad y también para que los aportes de las mujeres y los hombres se valoren de la misma manera. Los diferentes centros de recursos tienen un perfil específico ya que son las propias mujeres quienes dan forma a las actividades a partir de sus necesidades y con sus propios recursos.
Una decisión parlamentaria destina financiamiento básico que garantiza el funcionamiento de estos centros de recursos locales y regionales. Y además existe la posibilidad de solicitar financiamiento para realizar proyectos de desarrollo. En la actualidad hay 120 centros de recursos en Suecia pero son necesarios aún muchos más, así como que también resulta necesario que más hombres se involucren en el trabajo por lograr la igualdad y que, en forma lenta pero segura, se vayan transformando los roles asignados tradicionalmente a hombres y mujeres. Una sociedad que garantiza la igualdad de derechos, obligaciones y posibilidades para las mujeres y los hombres es una sociedad sana.
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