Semillas autóctonas, defensa de biodiversidad
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Frente al avance de la producción de cultivos transgénicos y monocultivos, mujeres y hombres campesinos están dando la pelea en Chile para preservar la biodiversidad genética y las semillas ancestrales.
Con diversas iniciativas de protección de la herencia biológica, los campesinos se han levantado para evitar que desaparezcan o se contaminen los cultivos tradicionales. Si bien Chile no es un país que se reconoce internacionalmente como productor de soja o maíz transgénico, lo cierto es que, desde estas latitudes, se están produciendo semillas transgénicas que son exportadas al mundo.
¿Un semillero transgénico mundial?
La historia de la producción de transgénicos en Chile no es reciente. En 1992 se permitió la internación de material transgénico en el país, a través de una normativa del Servicio Agrícola Ganadero (SAG), la cual permite cultivos transgénicos para multiplicación de semillas para exportación, para realizar pruebas de campo u otro propósito. Así lo indica María Isabel Manzur, experta en transgénicos de la Fundación Sociedades Sustentables, quien realizó un informe sobre la situación de los transgénicos en Chile y en el mundo.
A partir de esta investigación se confirmó que "Chile produce semillas transgénicas de contraestación para surtir el mercado de EEUU y Europa, y las compañías involucradas son en su mayoría transnacionales"
Según cifras del SAG, en el 2000 existían en Chile más de 8,000 Ha de cultivos transgénicos, de las cuales un 95% se destinaba a cultivos de maíz transgénico y el 2% a soja transgénica.
Si bien la producción de semillas transgénicas a primera vista no genera mayor daño a la biodiversidad, lo cierto es que la contaminación por la polinización es una realidad.
"Desde 1994 se levantó la cuarentena de bioseguridad para maíz y soja. El levantamiento de esta cuarentena significa que sólo se guardan las distancias de semilleros para impedir su contaminación por otros cultivos cercanos, pero no se les exige guardar distancia ni adoptar medidas tendientes a evitar la contaminación del semillero hacia otros cultivos y malezas cercanas", indica Manzur.
Existe poca información científica sobre los impactos ambientales de los cultivos transgénicos, a pesar de que los sectores campesinos los tienen plenamente identificados. Sin embargo, una investigación del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria indica que dichos cultivos podrían contaminar 23 formas raciales prehispánicas de maíz, siete de las cuales están amenazadas por extinción.
Campaña de la Semilla
A pesar de este panorama, la rica herencia genética de la biodiversidad chilena está siendo protegida por quienes tradicionalmente la han trabajado con respeto y dedicación: las mujeres y hombres campesinos.
Desde el año 2002 la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Chile (ANAMURI) viene desarrollando la Campaña de la Semilla, la que durante todos estos años ha logrado traducirse en diversas acciones, como semilleros campesinos, intercambios de semillas y ferias de la biodiversidad.
Francisca Rodríguez, directora de ANAMURI a cargo de esa campaña, explica que la gente ha entendido el mensaje, de modo que las semillas se convirtieron nuevamente en un interés muy grande de las mujeres, y en una pasión de muchos.
"Recuperar semillas es una batalla política de gran significación e importancia. Esta es una acción silenciosa, local, que se hace todos los días. Esta no es una campaña con bombos y platillos; por el contrario, es una campaña silenciosa que se hace con amor, en una lucha que se lleva a cabo día a día, que se hace con convicción, con sentimientos y con mucha conciencia", explica la dirigenta.
Las semillas, que representan la vida para el mundo campesino, está siendo resguardada por campesinos como Carlos Opazo, dirigente y curador, quien ha dedicado los últimos 14 años a recuperar semillas para proteger la biodiversidad amenazada por los transgénicos. Así comenzó su búsqueda de semillas criollas y porotos, llevando a tener hoy 85 variedades de porotos o frijoles y 40 variedades de maíz.
"La protección y defensa genética de los productos alimenticios, de plantas y vegetales, traducida en la protección de las semillas, es una actividad de por vida, particularmente de mujeres indígenas y de campesinos, quienes siempre hemos realizado esta actividad", señala Opazo.
Las y los curadores protegen la genética nativa rechazando las producciones híbridas, ya que "esas semillas intervenidas generan un control desde las grandes empresas, obligando a que los campesinos años tras años tengan que comprar nuevas semillas para poder producir". Además de proteger a las semillas, los y las curadoras han levantado su voz para denunciar los efectos de los transgénicos.
"La principal consecuencia de los transgénicos es la dependencia de la producción y mantención de políticas agrarias que no son dictaminadas desde el país, sino que vienen dictadas por el mercado a nivel mundial a través de instrumentos como la Organización Mundial del Comercio que está dirigida a producir a grandes volúmenes y a alta velocidad. Además, la producción transgénica produce un encadenamiento perverso, porque vamos perdiendo soberanía alimentaria, cuando todo lo genera el mercado", señala Opazo.
Rol protagónico de mujeres campesinas
Las mujeres del campo siempre han tenido una labor importante en la defensa de las tradiciones campesinas, lo que ha permitido que no se pierdan esos conocimientos ancestrales. Es por esto que son ellas quienes han asumido un rol protagónico en la defensa de la biodiversidad genética
Jacqueline Arriagada, dirigenta social de la comuna de Quillón —región del Bío Bío— ha desarrollado una importante labor en la defensa de la soberanía alimentaria y en la protección de semillas ancestrales.
"Como organizaciones de mujeres rurales estamos en proceso de formación en el tema de la biodiversidad, y a partir de esta formación hemos ido consolidando organizaciones en defensa de nuestra biodiversidad local y regional, y solidariamente con lo nacional e internacional", explica la dirigenta.
Esta formación ha permitido que en su comuna se desarrollen experiencias como la organización de grupos agroecológicos, donde se cultivan verduras y hortalizas. "Las organizaciones son de mujeres, principalmente, por lo tanto, es sin duda nuestra gran preocupación la alimentación sana para nuestras familias", enfatiza Arriagada.
De cultivos orgánicos a cultivos agroecológicos
Como respuesta a la gran producción industrial de alimentos, brotaron fuertemente los cultivos orgánicos, los que producían de manera limpia y segura, con menos impactos en el medio ambiente.
A criterio de Rodríguez, dichos cultivos fueron una buena partida para ir recuperando la producción limpia; sin embargo, los "biopiratas" —empresas extranjeras que se roban las formas de producción campesina— vinieron y se apoderaron de la producción orgánica y hoy este tipo de producción también se ha convertido en un buen negocio. Los movimientos campesinos y organizaciones internacionales de defensa de la biodiversidad, han identificado a una serie de biopiratas que van por el mundo patentando las plantas y semillas originarias de las comunidades rurales y de los pueblos indígenas. Algunas de estas empresas que han sido acusadas de robo de información biogenética son Syngenta, Nanosys, Monsanto, entre otros.
"Lo que se está desarrollando ahora es la agroecología, la que como ciencia no es otra cosa más que los agrocultivos ancestrales, es decir, recoger las formas de cultura de nuestros ancestros para seguir desarrollándolos y combinarlos con nuevas prácticas porque la agricultura nunca ha sido estática y siempre ha estado en evolución", indica Rodríguez.
Así, la agroecología es la recuperación de los conocimientos de la agricultura ancestral y de la agricultura campesina, lo que significa seguir produciendo con una agricultura que proporciona alimentos sanos y seguros, que está en armonía con la tierra y con la naturaleza, por lo tanto, que está libre de químicos y agrotóxicos.
De este modo, con cultivos agroecológicos y con mujeres y hombres organizados y conscientes del valor de sus semillas, Chile está resguardando su patrimonio biológico, patrimonio que está en las manos de los campesinos al servicio de la humanidad.
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