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Verde, que te quiero verde

Colectivo de mujeres La Verdecita
enRedando

Ellas eligen hablar y pensar en plural. Organizadas le hacen frente al patriarcado y al capitalismo. Saben que un nuevo mundo se construye con la desnaturalización de ciertas relaciones de poder y la visibilización de las desigualdades de género. Desde febrero están llevando adelante la Cátedra "Mujeres y Economía"

Verde, que te quiero verde Años de militancia feminista, de recorrido en el campo social y universitario, alientan su decisión de combatir el patriarcado y el capitalismo. Saben que la arquitectura de ese nuevo mundo se levanta tras el cambio de situaciones micro, con la desnaturalización de ciertas relaciones de poder, la visibilización y denuncia de las desigualdades de género, que a la vez son sociales y económicas.

El colectivo La Verdecita está integrado por unas veinte mujeres de diferentes edades y organizaciones, su proyecto de trabajo se despliega mayormente en la Granja Agroecológica, ubicada en la ciudad de Santa Fe, pegadita al barrio "29 de Abril III", uno de los tres que creó el gobierno de Reutemann luego de las inundaciones de 2003.

"Después de la catástrofe hídrica localizaron a la gente en esas casillas de plástico que fueron donadas por la Cruz Roja alemana. Hasta que se instalaron las casillas la gente vivió en carpas. En un principio no tenían agua y sólo dos baños químicos por cuadra", comenta indignada Virginia Liponezky, integrante de La Verdecita y agrega: "Por eso decimos que la economía tiene que cambiar el eje, la economía y el mercado tienen que estar al servicio de la vida, y la distribución del dinero tiene que ser para agilizar y hacer más feliz la vida de las personas".

Cuando el grupo habla de cambio, se refiere al modo de entender y administrar el mundo, a la necesidad de generar nuevas relaciones sociales y ambientales. Apuestan a la globalización de las posibilidades, a que todas las mujeres puedan decidir sobre su propio cuerpo, así como producir y consumir en base a la diversidad de alimentos. Uno de sus ejes fundamentales de acción es la defensa de la Soberanía Alimentaria. "En la ciudad es como que no veíamos que cambiaba el mapa de producción de nuestro país, que desaparecía la producción de alimentos y que estábamos retrocediendo a ser un país agroexportador de forraje. Empezamos a ver esto, y que había compañeras que tenían hambre en los barrios. Desde ahí tomamos el tema de la Soberanía Alimentaria, atravesada por la cuestión del feminismo y del género", detalla Virginia, aclarando que para luchar por los derechos primero hay que tener asegurado el plato de comida.

Con las manos en la tierra

El colectivo autogestionado logró comprar el predio a través de un subsidio del gobierno de Catalunya, y la construcción fue literalmente artesanal y compartida. Lo edificaron con ayuda de vecinos y cumpas de una agrupación de la Facultad de Arquitectura de Santa Fe, y los ladrillos fueron fabricados con una máquina propia. A su vez, las dimensiones del terreno (una hectárea y media) les permite trabajar la tierra y criar animales. Cotidianamente cultivan sin ningún tipo de agrotóxicos, tienen cajones de miel, trabajan en cestería, tejido y se dedican a la cría de aves. "Teníamos una vaca, y ahora una persona nos la va a cambiar por una vaca preñada, de a poco las cosas se van dando", dice Virginia.

"La Verdecita somos nosotras y a la vez una red impresionante de solidaridad de todos lados. Estuvimos mucho tiempo sin piso, y ahora, gracias a los compañeros de Zanón los tenemos, nos donaron todas las baldosas y cubrieron el flete desde Neuquén hasta Santa Fe, eso es emocionante", dice Virginia, y mueve la cabeza como afirmando que organizadamente se puede.

Sin dudas La Verdecita es un importante nodo en la red social, otras de sus acciones es la gestión de fondos para proyectos relacionados con mejoras habitacionales y sanitarias del barrio. Una vez que estos salen, son los mismos vecinos quienes se organizan para ejecutarlos, como pasó con la "Plaza de los sueños", inaugurada en diciembre pasado. "Hay vecinos que van a regar las flores, mujeres que quieren armar una biblioteca, más allá de nosotras. Creo que una vez que ganás en la autoestima, eso es imparable".

Nos roban el tiempo

"La variable de ajuste del mercado es el tiempo de las mujeres. Que no haya agua, gas, ni transporte, que no tengas lavarropas significa menos vida para hacer lo que quieras como mujer", analiza Liponezky. Esta aparente naturalidad con que el capitalismo se desarrolla, avasallando los cuerpos, las singularidades y los tiempos de las mujeres, fue especialmente trabajado durante el III Encuentro Latinoamericano de Mujeres Urbanas y Rurales, realizado a fines de octubre en la granja "La Verdecita".

"La ruta de la soja es la ruta de la trata de mujeres, la lógica que se usa para exprimir la naturaleza, para cosificarla y fragmentarla es la misma que usan para cosificar y fragmentar los cuerpos de las mujeres. Así como se usa como variable de ajuste tu tiempo como mujer, se usa la explotación de la naturaleza. La naturaleza en algún momento va a colapsar, y el tiempo de las mujeres también, enfermándote, muriéndote", continúa.

Precisamente, para repensar los procesos de reproducción social y desentrañar los nudos de dominación del sistema económico, lanzaron una Cátedra feminista sobre Economía Social. "La idea es que las mujeres podamos hablar de economía, la Cátedra está planteada desde la óptica del Eco Feminismo , que es un saber muy antiguo, que rescata la necesidad del respeto a la naturaleza y a la diversidad de la vida", comenta Virginia.

La Cátedra Abierta y Permanente "Mujeres y Economía" arrancó a mediados de febrero y seguirá desarrollándose los días 14 de cada mes en la Granja Agroecológica. Se trabaja en espacios de taller, promoviendo el intercambio de saberes y prácticas. Quienes deseen sumarse pueden hacerlo comunicándose con la agrupación.



Publicado: marso 2009

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