Usos y costumbres desde el sentir de las mujeres
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Se conoce como usos y costumbres las formas propias de autogobierno y los propios sistemas normativos, que han ido conservándose desde tiempos precoloniales, y que rigen la vida de estos pueblos.
Foto: Kinal Antzetik
Los usos y costumbres muchas veces
terminan excluyendo a las mujeres
indígenas.
Mujeres indígenas exigen cambio de algunas prácticas dentro de sus comunidades que transgreden su dignidad. Las prácticas tradicionales sociales y políticas o derecho consuetudinario de las comunidades indígenas son reconocidas legalmente en México. Las mujeres indígenas valoran este reconocimiento pero al mismo tiempo cuestionan aquellos usos y costumbres que afectan su dignidad y sus derechos como personas.
Se conoce como usos y costumbres las formas propias de autogobierno y los propios sistemas normativos, que han ido conservándose desde tiempos precoloniales, y que rigen la vida de estos pueblos.
Claudia Sánchez, mujer tinujei o triqui de 24 años de edad, recalca que para ella los usos y costumbres son importantes "para no perder las raíces, ni lo que somos". Hablar de estas costumbres, evoca en esta joven la lengua, la vestimenta y el rito nupcial.
Sánchez reconoce que las costumbres han cambiado y ahora las y los jóvenes de su comunidad pueden decidir con quién casarse, algo distinto al pasado.
"La forma de casarse es la misma, las novias llevan huipil y enagua y se da una dote por su boda", con esta costumbre, aseguran un matrimonio protegido por las familias y la comunidad, explica.
Pero los usos y costumbres muchas veces terminan excluyendo a las mujeres de elegir o ser elegidas o de hablar en reuniones públicas, participar en la vida cívica y poseer tierra. Debido a esto las mujeres indígenas - que representan hasta un 14% de la población femenina, de acuerdo a la estadística oficial-discuten entre ellas cuáles de estos usos y costumbres quisieran cambiar.
De ahí que, para muchas lideresas indígenas, cualquier esfuerzo por conservar los usos y costumbres como una herencia de sus pueblos que resistieron al colonialismo, debe considerar adecuar algunas prácticas negativas y contraproducentes con los derechos actualmente ganados, como en el caso de la participación de las mujeres indígenas.
Desconocen derechos a mujeres
El debate sobre los usos y costumbres en poblaciones indígenas cobró importancia entre los pueblos originarios a lo largo de México a partir del levantamiento zapatista en 1994. Desde entonces, las formas de autogobierno de las comunidades son reconocidas ante los Estados Unidos Mexicanos como prácticas tradicionales sociales y políticas legalmente normadas.
La investigadora Laura Valladares, encargada de un reciente proyecto para la formación de promotoras sobre derechos humanos de las mujeres indígenas por parte de la oficial Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), encontró persistentes prácticas en los usos y costumbres que contravienen derechos humanos como son la venta de mujeres, casamiento forzado, y casi nulo acceso a la representación popular y a la tierra. A estos se suman, violaciones cometidas por el Estado como falta de servicios de salud o detenciones arbitrarias.
En las comunidades indígenas se mantiene las autoridades tradicionales a través del Sistema de Cargos -parte de los llamados usos y costumbres- que organiza e integra la vida, por tanto, sus normas y oficios son factores importantes para la construcción de la autonomía y la reconstitución de sus pueblos indígenas.
Sin embargo, un problema medular del sistema de cargos que procura la justicia consuetudinaria es que las autoridades desconocen los derechos de las mujeres y existe un escaso número de autoridades femeninas, sostienen mujeres líderes de cuatro pueblos indios en Guerrero y Chiapas.
Por ejemplo, el estado de Oaxaca tiene 570 municipios, de los cuales 418 municipios son gobernados por las leyes consuetudinarias, conocidos como usos y costumbres, de todos ellos por lo menos en 100 municipios se impiden la participación de las mujeres. Lo que no queda claro es saber si esto ocurre por machismo o por el caciquismo que es el poder de los políticos locales. En este estado se tiene el caso emblemático de la joven líder indígena zapoteca Eufrosina Cruz Mendoza, quién en el 2007 postuló para alcaldesa de su comunidad y cuando iba ganando anularon las elecciones por ser mujer y porque en su comunidad las mujeres no tienen derecho de gobernar.
Apolonia Plácido Valerio, tlapaneca, coincide en que las mujeres acuden en primera instancia a las autoridades tradicionales y cuando no son escuchadas por éstas, recurren a los ministerios públicos. "Pero ya se piensa mal de ellas, por ir a la otra autoridad".
En esa zona de Guerrero, un cambio positivo, consideran, es la creación en 1995 de una policía comunitaria, que aunque controvertida en el ámbito nacional por su carácter de cuerpo especial, ha resultado benéfico para la seguridad de las mixtecas o tlapanecas ya que las violaciones y asaltos en los caminos han disminuido.
Son descalificadas
Sin embargo, en la intersección de lo familiar y los derechos de las mujeres, es dónde resulta difícil que las mujeres indígenas salgan ganando.
La promotora de derechos de las mujeres Merit Ichin Santiesteban, de Jitotol, municipio zoque en Chiapas -entrevistada el 9 de junio, durante la Reunión Nacional de la organización no gubernamental Kinal Antzetik, "Tierra de Mujeres" en tzetzal, que desde 1991 acompañan procesos de organización femenina en pueblos indígenas-, asegura que cuando se ejerce violencia de pareja o se trata de heredar la tierra, la autoridad comunitaria descalifican a la querellante con la tradicional sentencia de "es tu marido" o "es su familia".
"Hay usos y costumbres que sí nos gustan", continua Ichin refiriéndose a las asistentes a sus talleres. "Las vestimentas, mis fiestas, mis yerbas para curar, la partería tradicional...". Las otras costumbres "las que lastiman la dignidad de las mujeres", precisa, es bueno que cambien.
Una de esas costumbres es el que las mujeres den a luz en la comunidad, muchas veces en condiciones que atenta contra sus vidas.
La mortalidad materna en los estados de Chiapas y Guerrero, dos de los de mayor población indígena, es de 103.2 y 99.8 fallecimientos por cada 100,000 nacimientos, siendo a nivel nacional de 62.6, según datos para el 2005 de las organizaciones de la sociedad civil agrupadas en el Foro Nacional de Mujeres y Políticas de Población.
Ichin comenta que una medida tomada por el gobierno de Chiapas es aplicar un castigo a quienes impidan que las mujeres salgan a recibir atención a su parto fuera de la comunidad, como acontece a menudo, sea autoridad, esposo o suegra.
Asentados en la Ley Revolucionaria de Mujeres Zapatistas, promulgada durante el levantamiento zapatista en Chiapas en 1994, está el resumen de lo que las mujeres indígenas consideran sus derechos, aún las que no estuvieron allí.
Entre estos están el derecho a participar en su organización de manera voluntaria y decidida, a ser elegidas para tener cargos comunitarios, a trabajar y recibir un salario justo, a decidir el número de hijas e hijos que pudieran cuidar, a ejercer la libertad en el amor y en la vida sexual, a recibir, junto con sus hijas e hijos, atención primaria en salud y educación, a no ser maltratadas nunca.
En estos escenarios, los grupos de mujeres indígenas, sean en organizaciones mixtas o solamente femeninas, mantienen un diálogo para reconciliar y garantizar que se mantengan los derechos de los pueblos, intentando reconciliar, la costumbre, el Estado y los derechos de las mujeres.
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