Hojas de trébol. Publicación sobre género y diversidad sexual para revertir el heteropatriarcado
www.argentina.indymedia.org
¿Qué lleva a estudiantes universitarios a querer editar una revista de género y diversidad afectivo sexual? Pregunta interesante de respuesta incierta.
Tal vez este escrito intente una respuesta que al menos dé cuenta de algunos de los elementos que componen nuestras razones. Anthony Giddens, sociólogo, dice que cada uno de nosotros es un agente y define a agente como aquel sujeto que es capaz de actuar y provocar una diferencia, en definitiva un sujeto transformador en su acción.
Sin duda nosotros queremos hacer una diferencia. Transformar con nuestra acción aquello que está igual, que permanece tercamente obsoleto normativizando nuestras vidas.
¿Pero qué es eso que está ahí tercamente obsoleto, desde hace siglos, normativizando nuestras vidas?
El heteropatriarcado, palabra compuesta y de difícil pronunciación para una persona corriente. Sin embargo, no es su dificultosa pronunciación lo que llama a detenernos en esta palabra, si no lo que ella convoca.
Este escrito tiene como referencia constante y repetida ese vocablo. Por esto mismo, la primera parte de la ponencia se consagra al desglose del término, a una explicitación de lo que intenta comunicar, o de lo que efectivamente comunica.
A continuación, reconstruimos nuestra historia como colectivo en una breve cronología que da cuenta de la elección del nombre, o de cómo el nombre nos eligió.
No nos detendremos más que a citar dos o tres hechos que valen una escueta mención.
Si la suerte no nos es adversa, posteriormente, describiremos cómo llevamos a cabo nuestra práctica en el contexto universitario desde el que escribimos y pensamos. Después de todo, es imposible abstraer cualquier producción simbólica de lo social que la rodea.
El contexto configura todos y cada uno de los campos de la producción intelectual. Nuestra revista no solo deriva de ese contexto socio-sexual que impugnamos, sino que incluso lo toma como objeto de estudio.
Finalmente, nuestra carta programática, una serie de convicciones que, a la manera de sangrías o páginas regladas, marcan el derrotero de nuestra escritura y algunas coordenadas ideológicas para no perdernos en el mar de la opresión socio-sexual.
Heterosexualidad + Patriarcado = Heteropatriarcado
Nos interesa resaltar la importante e influyente corriente teórico-práctica del feminismo lésbico radical o lesbofeminismo. Este movimiento es el que lleva más lejos y ahonda de manera más aguda en la crítica del patriarcado, entendido éste como una institución política basada en la supremacía corporal de los varones sobre las mujeres, cuya justificación ideológica, el androcentrismo, constituye además un discurso que impregna prácticamente toda la cultura occidental.
El patriarcado se instituye sobre la coerción de la práctica obligatoria de la heterosexualidad como norma, de manera que la heteronorma funda el patriarcado, que no es patriarcado a secas, sino heteropatriarcado.
La institución dominante en el orden sociosexual, el heteropatriarcado, asume diversas formas a lo largo del devenir histórico y según los contextos culturales, pero su núcleo duro permanece intacto hasta el día de hoy y afianza su dominio mediante la instauración de estereotipos y roles que se asignan a cada uno de los sexos.
La identidad de género es un proceso de adiestramiento sociocultural en el que los sujetos intervienen activamente, de modo que será plenamente hombre o mujer, según los parámetros patriarcales, aquella persona que logre un desempeño satisfactorio de la masculinidad o de la feminidad, respectivamente. Mediante el binomio masculino/femenino, el heteropatriarcado se perpetúa en el control social de las expresiones del género y de la sexualidad a la vez que asegura el dominio de las mujeres por parte de los hombres. De este modo, establece una sexualidad normal, que no es otra que la sexualidad de los varones heterosexuales. La sexualidad de las mujeres se subordina a la de los varones y las sexualidades anormales son toleradas, encubiertas o perseguidas.
Para el lesbofeminismo, la práctica del lesbianismo es la rebelión contra el heteropatriarcado. Se trata de un movimiento con un gran potencial contrahegemónico, ya que las lesbianas no definen su identidad ni su orientación sexual por subordinación a los varones sino por identificación, atracción y solidaridad con otras mujeres.
Consideramos que el abordaje de la realidad social desde una perspectiva de género amplia e inclusiva es una asignatura pendiente en los medios sociales en que nos movemos. Este trabajo intenta ante todo abrir puertas a la formación de ámbitos de debate tanto en lo que se refiere a la construcción social de la masculinidad y a sus efectos, como a la problemática de la diversidad sexo-genérica en una sociedad heteropatriarcal. Nos parece imprescindible que esta tarea se realice desde una perspectiva concreta, desde nuestra realidad cotidiana y no siguiendo en forma acrítica las premisas de movimientos importados, extrapolados desde contextos socioculturales muy diferentes al nuestro.
Nuestro objetivo apunta a la equidad de los géneros y por tanto a la desarticulación del sistema de opresión patriarcal que nos encierra en relaciones de poder jerárquico y asimétrico, impidiéndonos la construcción de comunidades basadas en la cooperación entre pares.
Sería sin embargo poco realista intentar una construcción desde cero, ignorando los movimientos antes mencionados, tanto como pretender implantar sus propuestas de manera mecánica, Por este motivo nos parece importante valorar los aportes de la teoría "queer", del movimiento feminista lésbico y del movimiento de hombres profeministas. Los tres enfoques, cada uno a su manera, pueden servir como herramientas para el análisis de la compleja realidad que nos proponemos abordar.
El feminismo lésbico radical como la expresión más genuina del movimiento de emancipación de las mujeres, nos ofrece una perspectiva clara del patriarcado y la heteronorma como institución perpetuadora de relaciones de dominio y sumisión.
El movimiento queer, de gran complejidad y en pleno desembarque en nuestro lejano Sur, nos plantea el desafío de aprovechar sus valiosas intuiciones sin caer en la copia, ya que justamente uno de los postulados básicos que esta corriente defendió desde sus orígenes es la multiplicidad de voces, el aprecio por la diversidad y la superación de la rigidez de las identidades, en el área específica del género y la sexualidad sería la superación de aquella concepción de la diversidad sexual representada por el movimiento "gay", centrado en la homosexualidad masculina, occidental y anglosajona.
En efecto, la diversidad sexo-genérica humana es mucho más que lo que plantea el movimiento "gay" e incluye a lesbianas, bisexuales, trans e intersexuales, y el impacto de su creciente visibilización incide incluso en la maneras actuales de vivir la heterosexualidad, sobre todo en las grandes ciudades y en las nuevas generaciones.
Por su parte el movimiento de hombres profeministas representa la toma de conciencia de muchos hombres en todo el mundo acerca del carácter opresivo de la masculinidad impuesta por un sistema voraz y ultracompetitivo que amenaza con destruir toda vida en el planeta en aras del culto al poder, un culto notoriamente falocéntrico.
Estamos inmersos en una civilización montada sobre la desigualdad, que en el plano socio-sexual se manifiesta como supremacía de los hombres sobre las mujeres. Sin embargo, no hay que perder de vista que al mismo tiempo que somete a las mujeres, somete a la gran mayoría de los varones de múltiples maneras, ya que dado el carácter competitivo e insolidario de la masculinidad, esta representa para esa gran mayoría una pesada carga disfrazada de engañosos privilegios, como el de ejercer violencia sobre mujeres, niñas y niños.
La masculinidad mediante múltiples dispositivos como la educación sexista y las representaciones violentas alentadas por los medios masivos de comunicación, convierte la vida de los hombres en una pantomima continua en la que a cada paso deben demostrar su capacidad de dominio sobre otros seres humanos. Una de sus consecuencias se manifiesta en una especie de discapacidad afectiva y emocional en la mayoría de los hombres, en detrimento de su propia calidad de vida.
No se puede seguir abordando las temáticas del género sin incluir a los varones y sin que los varones tomen conciencia de que a ellos también les toca.
Detrás del negocio de la compra y venta de seres humanos para la explotación sexual, del incremento incesante de femicidios y ataques de todo tipo contra mujeres, niñas y niños se esconden los mandatos ancestrales de la masculinidad, esa especie de coraza que siglos de dominación patriarcal han puesto sobre nuestros cuerpos, tendiendo a convertirnos en máquinas de competir y someter.
Es tiempo de que nosotros mismos (los varones) comencemos a desbaratar estas estructuras que nos oprimen.
Más artículos sobre: Diversidad sexual