Sexualidades en pueblos indígenas
Nandín Solís, activista transgénero de la comunidad Kuna, habla sobre la homosexualidad y el VIH/sida en este grupo indígena y defiende iniciativas que buscan garantizar los derechos de las personas LGBTI en Panamá.
Además de ser punto focal en Panamá del Secretariado Internacional de Pueblos Indígenas y Afrodescendientes frente al VIH, las Sexualidades y los Derechos Humanos, Nandín Solís lleva seis años trabajando con el movimiento lésbico, gay, bisexual, travesti, transgénero, transexual e intersexual (LGBTI). Es orientadora en temas relacionados con infecciones de transmisión sexual (ITS), VIH/sida, derechos humanos y diversidad sexual, con enfoque en pueblos originarios, y actualmente trabaja como facilitadora en la Comisión de Salud Sexual y Salud Reproductiva del Congreso General Kuna, máxima autoridad de la cultura Kuna.
Una de sus 'grandes metas' es conformar una organización indígena que trabaje en torno a la diversidad sexual, la educación sexual y la prevención de ITS y VIH/sida, no sólo con el colectivo LGBTI y la población de hombres que tienen sexo con hombres (HSH), sino también con la población heterosexual. (...)
-¿Cómo se concibe la diversidad sexual en la comunidad Kuna? ¿Qué estatus tiene la homosexualidad?
La homosexualidad es tolerada por las autoridades kuna, aunque este tema se maneja con discreción para evitar choques con las enseñanzas tradicionales kuna. En nuestra comunidad existe la palabra Omeguit -'como mujer'-, que se emplea como un término despectivo para referirse a los varones homosexuales. Somos educadas por nuestras madres desde muy tierna edad en las labores del hogar y apartados de los trabajos que socialmente se le asignan a los varones heterosexuales. A través de este proceso, los varones homosexuales adquirimos una identidad sexual y social femenina, lo que en nuestra cultura occidental equivale a una persona transgénero. A diferencia de lo anterior, la homosexualidad femenina no es visible, quizá porque la presencia femenina en nuestra cultura es vista como algo sagrado. La homosexualidad femenina va en contra de las creencias kuna sobre lo femenino y no está de acuerdo con el rol de mujer propio de nuestra cosmovisión.
-¿Para usted qué implica ser indígena y no ser heterosexual?
Como transgéneros kunas, al ser educados en nuestras casas para realizar actividades domésticas como coser molas, adornos y prendas de vestir tradicionalmente confeccionadas por mujeres kuna podemos tener una entrada económica y contribuir así con el sostenimiento de la familia, lo que nos hace miembros útiles de la comunidad. Al ser educadas para ser socialmente mujeres, también se nos inculca de forma indirecta que en nuestras relaciones sexuales desempeñemos el rol receptivo, por lo que muchos jóvenes inician su vida sexual con nosotras. El término correcto para referirse a nosotras en lengua kuna es Wigunduguid, es el nombre de un Dios Kuna, cuya característica central era tener doble alma. Es así que en la cultura kuna se explica la atracción de un varón hacia otro varón. La percepción de que somos aceptadas por la mayoría de los miembros de la familia y la comunidad kuna se basa más que nada en que, por ser los kuna un grupo étnico minoritario, todos los miembros debemos ser útiles a la comunidad y contribuir a su subsistencia. El estigma y la discriminación son más frecuentes para las personas que viven con VIH y sida, dado que la comunidad aún no entiende la compleja situación de estas personas ni sus problemáticas.
-¿Cuáles son los alcances de la epidemia de VIH/sida en su país? ¿Cuáles son los principales obstáculos para su combate?
Panamá registró sus primeros casos de sida en el año 1984. La epidemia ha crecido concentrada en grupos considerados como 'de alta vulnerabilidad' o 'vulnerables': trabajadoras y trabajadores comerciales del sexo (TCS), HSH, personas privadas de la libertad, jóvenes e indígenas, principalmente kunas (aproximadamente un 10% de la población de Panamá es indígena).
Uno de los factores que ha contribuido a la propagación del VIH/sida en el país es su ubicación geográfica como puente que une Centroamérica con Sudamérica. Esta condición convierte a Panamá en el punto de tránsito para poblaciones migrantes, las cuales resultan difíciles de captar, ya sea para proveerles información sobre prevención del VIH/sida, o para suministrarles condones.
La prevalencia de VIH ha crecido en ambos sexos, pero la diferencia entre sexos ha disminuido, aun cuando predominan los casos de varones infectados (75% de los casos notificados en 2005). En el caso de los jóvenes, se ha notificado la prevalencia del virus con igual frecuencia en ambos sexos. (.)
-¿Y en la comunidad Kuna?
Según estimaciones del Sistema de Vigilancia Epidemiológica, el grupo indígena Kuna tiene una prevalencia de personas que viven con VIH que duplica la de la población general. En el año 2005, se realizó un estudio exploratorio en la comarca kuna y poblados periféricos metropolitanos que evidenció que, en general, los kunas carecen de información sobre las ITS y VIH/sida. La mayoría de las mujeres nunca ha utilizado condón y muchos no saben qué es.
-¿Cómo son tratadas las personas que viven con VIH?
Sobre la relación de la comunidad con las personas que vive con VIH/sida, cabe señalar que existe una gran estigmatización. Al existir altos niveles de desconocimiento acerca de la infección, los kunas no saben cómo relacionarse con personas VIH positivas. Sin embargo, tanto los sáhilas (autoridades comunitarias) como los médicos tradicionales se han mostrado muy receptivos a tener más información referente al VIH/sida.
-¿Qué estrategias han desarrollado para conocer la situación de la comunidad frente al VIH/sida?
En los ejercicios de recolección de información sobre estos temas en la comunidad, los y las kunas han colaborado, aunque prefieren que las actividades estén avaladas por los sáhilas. Prefieren que las entrevistas sean realizadas en su idioma (dulegaya) y entre pares. Hay mayor colaboración si el entrevistador es de su misma edad y sexo. La mejor forma de transmitirles la información es utilizando lenguaje oral o audio-visual, factores a tomar en cuenta en futuras intervenciones con esta población.
A pesar de lo difícil que puede resultar para el pueblo kuna comprender las problemáticas relacionadas con el VIH/sida, a la comunidad no le interesa buscar culpables por la presencia de personas con VIH en su interior. Los kunas estamos convencidos que la barrera del idioma, las creencias tradicionales, la discriminación y la estigmatización dificultan la circulación de información sobre este tema, así como la prevención y el tratamiento integral de la epidemia. Por ello, buscamos los mecanismos para informarnos, tratarnos y minimizar la presencia del VIH/sida en nuestros pueblos.
-¿Qué perspectivas se abren a partir de ese conocimiento acumulado?
Reconozco que somos parte de la evolución constante del ser humano en todos sus movimientos sociales y la cultura Kuna no escapa de las influencias modernas. Para que las manifestaciones sexuales propias de nuestra cultura se mantengan de manera sana y responsable, debemos fortalecer a la población en temas de salud sexual, que vayan de la mano con la conservación de nuestras tradiciones culturales.
El abordaje entre pares es una herramienta indispensable de prevención, porque con base en mi propia experiencia, como indígena, transgénero y persona viviendo con VIH, esto nos invita a asumir una sexualidad responsable y sana.
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