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Paraguay: ¡un año inolvidable!

Simon Kuhbier
LatiCe
LatiCes översättare: Claudia García

Queridos lectores de LatiCe,

Me llamo Simon Kuhbier, tengo 18 años y vivo en Estocolmo, Suecia. Desde julio del 2008 a julio del 2009 estuve un año en Asunción, la capital de Paraguay. Durante este año aprendí muchas cosas nuevas de este país fantástico con tantas posibilidades culturales y gente tan alegre que nunca voy a poder olvidar.

Todo comenzó cuando a la escuela llegó un folleto informativo de una organización que se llama AFS (American Field Service). Esta organización ofrece intercambios para estudiantes por medio o un año. A mí me interesó mucho porque siempre había tenido interés en hacer una estancia de estudio de un año en el extranjero, así que pensé "voy a probar". Primero tuve que hacer una prueba para ser seleccionado para el programa y tuve suerte ya que fui uno de los afortunados en ser seleccionado. El próximo paso era elegir los países a los que uno podría pensar en viajar. En realidad yo quería ir a EEUU pero tenía que escoger diez países más, uno de esos fue Paraguay. Pero como yo estaba totalmente centrado en que viajaría a EEUU, no había considerado en serio la posibilidad de Paraguay y no pensaba que acabaría allí. En diciembre del 2007 me llegó una carta en la que me decían que había sido elegido para viajar a Paraguay. Naturalmente me sentí sorprendido a la vez que decepcionado. Y casi tomo la decisión de no viajar nada, pero después de discutirlo con mi familia opté por aventurarme. Y ahora puedo decir que fue la mejor decisión que tomara nunca.

Después de una despedida, con torta y todo, acabé en el avión con destino a Paraguay el 31 de julio del 2008. La decisión sobre la familia de acogida tomó mucho tiempo - ya estaba por creer que la organización no iba a llegar a encontrar ninguna familia que quisiera recibirme ya que me habían comunicado que iría a vivir con una familia de tránsito. Pero una semana antes de viajar llegó la resolución sobre la familia de acogida. Sin embargo, ésta no estaría a mi llegada ya que estaban de viaje por lo que durante dos semanas iría a vivir con otra familia. Tuve suerte porque ambas familias resultaron ser encantadoras. La primera familia de acogida con la que estuve me introdujo en las costumbres y usos del país. Esas fueron mis primeras impresiones de este país. A finales de agosto me trasladé con mi "verdadera" familia de acogida. Ellos me enseñaron mucho sobre el país y su cultura, y me brindaron cuidados y cariño. Fui realmente como un miembro más de la familia y les estoy muy agradecido porque me proporcionaron un año perfecto de estancia en el extranjero.

Lo que ni bien llegar a Paraguay noté fue la pobreza. Muchas personas que rondan por la calle para tratar de vender cosas, muchos niños limpiando los vidrios de los coches cuando estos paraban en los semáforos. A las semanas me acostumbré, pero al principio eran estos fenómenos desconocidos para mí. Es triste que sea así pero esa es la realidad en la que muchos viven en Paraguay. La infraestructura no es nada buena. Todos los caminos son de tierra, por lo que se convierten en un "ríos sucios" cuando llueve. Sólo hay algunas calles principales asfaltadas en el centro de la ciudad, además de las arterias principales.

Al comienzo fue un problema el idioma. Me parecía que no había aprendido nada durante los dos años que había estudiado español en la escuela. Todos hablaban tan rápido. Tenía que concentrarme al 100% y me ponía muy contento cuando entendía una palabra. Pero después de un mes hablaba ya bastante bien. Durante el primer mes recibimos los jóvenes que estábamos por la organización AFS un curso de español cinco veces a la semana que fue de gran ayuda. Después de medio año ya hablaba bien.

La otra diferencia cultural fue la comida. Por la mañana se comía sólo un poco de pan o a veces cereales. El almuerzo era abundante, con comida caliente. Después, por la tarde, se comía una "merienda", que incluía galletitas o bollos dulces, y por la noche nuevamente una comida abundante. A menudo la cena era carne con alguna otra cosa. No hay casi ningún plato de comida que no incluya carne. Los paraguayos no pueden vivir sin comer carne. Se come también mucho arroz y, a causa del calor, casi no existen las salsas.

Y así llegamos a otras grandes diferencias -la temperatura y la humedad. Cuando llegué a Paraguay en Europa era verano y en Sudamérica era invierno. Mi familia me había dicho que podían llegar a hacer 0 grados en invierno así que llevé mi campera de invierno y estaba preparado para el frío pero cuando aterricé en Asunción hacían 23 grados. Y en todo el año que pasé allí no llegué a usar mi campera de invierno.

El verano es muy caliente en Paraguay. Lo normal son días de 40 grados y con 100 % de humedad. Para mí, que no estoy acostumbrado a esas temperaturas, fue un cambio sustancial. A eso se debió que nunca llegué a sentir ambiente navideño en Paraguay. El día de navidad hizo 40 grados y lo pasamos en la piscina. Fue una experiencia navideña muy diferente.

La navidad la festejamos con toda la familia. Y cuando digo "toda" quiero decir precisamente toda la familia. Éramos como 40 personas. La familia es sobre todo muy importante en Paraguay, siempre está ante todo, siempre. Y eso me pareció muy positivo, todos los fines de semana almorzábamos en casa de alguien de la familia y siempre fue muy divertido.

Otra cosa típica de Paraguay son las salidas a fiestas. Nunca había estado en tantas fiestas como en Paraguay. Casi todos los fines de semana estábamos de fiesta, las fiestas comenzaban a media noche y acababan a las 4 o 5 de la mañana, era muy divertido. Entre los jóvenes lo que se escucha más que nada es el Reggaetón. Se puede bailar muy bien con esta música.

La comida está muy bien en Paraguay, se come asado muy a menudo. Algunos platos paraguayos típicos son, por ejemplo,"Chipa guazu" o "Bori-bori". Chipa guazu es una comida de maíz mezclada con queso paraguayo, el bori bori es algo así como una sopa de pollo con bolitas redondas. Muchos de los platos típicos son buenísimos.

Todo ese año fui a una escuela paraguaya que tenía un programa con diploma internacional. Allí me hice nuevos amigos que sé van a durar de por vida.

El fútbol es como una religión en Paraguay. Todos juegan fútbol, todos miran partidos de fútbol. Yo jugaba por lo menos una vez a la semana con mis amigos. Y era bastante barato alquilar una cancha de fútbol por dos horas. Todo es muy barato en Paraguay. Un litro de Coca Cola costaba 3,000 guaranís que es algo así como 5 coronas. Para mí Paraguay era el paraíso de los precios.

El 7 de julio del 2009 llegó la hora de volver a casa. Se había acabado un año increíble que siempre voy a recordar con alegría. Tuve dos increíblemente hermosas y buenas familias, y de ese año me traje muchas experiencias agradables y sólo recuerdos positivos. Paraguay es un mundo aparte del cual me he enamorado.



Publicado: febrero 2010

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