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Proyectos culturales (IV)

Ignacio Martínez

La televisión: el medio masivo de comunicación por excelencia. ¡Menudo tema! El respeto a la propiedad privada de esos medios masivos de comunicación no implica aceptar la contaminación pública que nos puedan hacer emitiendo la peor carroña.

¡Sí, estoy haciendo juicio, sí! Ejemplo. Así como no deberíamos permitir que el dueño de un terreno baldío de la manzana, hiciera allí un basural o una quema de productos tóxicos o un inquilinato de ratas, tampoco deberíamos permitir que la televisión emitiera lo que se les diera en gana. Claro que alguien me puede decir que tenemos la alternativa de no encenderla o de cambiar de canal. No. Me asiste todo el derecho de acceder a la programación, la que yo no puedo emitir, pero que sí emiten las empresas televisivas que están al frente del uso de los canales y las señales. En otras palabras, los canales pueden ser de un grupo de personas, pero sus emisiones son de todos (la gente del canal y los televidentes).

La comunidad tiene derecho a participar de la definición del tipo de programación que se emite. ¿Por qué? Porque no son canales de circuitos cerrados para públicos restringidos. Son señales públicas que están allí, en el éter al que deben poder acceder democrática y libremente todos los ciudadanos del país. Así entendida la cosa, somos parte del público consumidor de televisión ¿Por qué, entonces, con el mismo derecho del consumidor, no podemos, acaso, intervenir en la programación? Cualquier consumidor de cualquier producto tiene el derecho a que se vea claramente la fecha de producido y de envasado, los ingredientes que contiene, etc. ¿No nos asiste a nosotros el derecho de incidir en los contenidos de ese envasado que se llama TV? Definitivamente sí.

¿Cómo fortalecer la participación que democratice los contenidos de la televisión y nos permita decidir sobre ellos como sociedad? Existe la URSEC (Unidad Reguladora de los Servicios de Comunicaciones) dedicada al control de la radiodifusión, la TV para abonados, entre otras atribuciones, con una reglamentación muy precisa, contenida en el Decreto 42/008 del Ministerio de Industria, Energía y Minería y la Presidencia de la República. En su Anexo I, Cap. 1 dice "Proteger los derechos de los usuarios y consumidores", Anexo II "Propiciar la extensión y universalización del acceso a los servicios de comunicación" y en el Cap. 2 agrega "Controlar la instalación y funcionamiento, así como la calidad, regularidad y alcance de todos los servicios de telecomunicaciones, sean prestados por operadores públicos o privados".

¡Aleluya! Es aquí donde debemos fortalecer el Consejo Honorario Asesor de Radiodifusión coordinado por el Ministerio de Industria y el MEC. Es aquí donde debemos priorizar el control de la calidad de lo que se emite (no sólo calidad técnica), sumándole a los dos ministerios que lo integran, junto con UDELAR, Universidades privadas, radios comunitarias, APU, etc, los canales de televisión (públicos y privados, nacionales y municipales), el INAU, el INJU, la ANEP, el PIT-CNT y representantes de la cultura nacional desde sus diferentes territorios creadores (cine, teatro, literatura, danza, música)

¿Cometidos? Analizar la programación que se emite, favoreciendo la que aliente nuestras mejores facetas humanas. Analizar el porcentaje de cultura nacional que se emite. Analizar las consecuencias formativas o destructivas de los diferentes programas, principalmente entre nuestros niños y jóvenes. Analizar la participación de la comunidad organizada en nuevos programas donde nos veamos a nosotros mismos, buscando optimizar la calidad en todos los aspectos, para que no se oigan más reflexiones como: "La televisión es el espejo en donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural." (F. Fellini). Reconozco: la televisión es una caja, un instrumento maravilloso; lo terrible o estupendo es lo que le pongamos dentro. ¿O no?



Publicado: febrero 2011

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