Proyectos Culturales (III)
¿Por qué una estrategia con jóvenes? Porque "...sobre todo les queda hacer futuro / a pesar de los ruines del pasado / y los sabios granujas del presente." (Benedetti)
La construcción de políticas culturales participativas, consultadas y decididas horizontalmente, en procura de cambios culturales que nos dignifiquen y enaltezcan la vida, lleva tiempo y mucho esfuerzo. Tenemos claro en lo que no debemos caer. No debemos hacer el discurso de que "cultura es todo" y perdernos en la enmarañada maleza de miles de temas que hacen a la cultura de un pueblo. No debemos circunscribir la cultura a la media docena de artes y llenar la agenda de espectáculos, concursos, talleres y exposiciones que son, sin duda, muy importantes, sirven, siembran, pero que no hacen a las políticas culturales que queremos construir para cambiar. Tampoco queremos que esos eventos los hagan únicamente personas especializadas en cada una de las artes y los vecinos permanezcan como meros espectadores. Tampoco queremos ir a cada reunión para decir lo que "habría que hacer". No creemos en el "reunionismo". Debemos hacer encuentros de definición de la estrategia cultural general para el país, para el departamento y para cada zona o barrio, pero después tendremos que ser operativos y convertir las reuniones en momentos de planificación y de trabajo. Luego vendrán las reuniones de evaluación, de balance y de reafirmación o rectificación de lo actuado. Pero hoy, ¿por donde pasa uno de los ejes principales de la estrategia cultural del país? Por nuestros jóvenes. ¿Qué debemos hacer? Creo que hay que incrementar y facilitar apoyos para destinar a los grupos barriales, las murgas, los grupos de música, de teatro, de danza. Creo que hay que incrementar el proyecto esquinas, la movida joven y otros emprendimientos que se vienen haciendo desde el MEC y desde las intendencias. Pero debemos avanzar más. La coordinación de las direcciones culturales con las escuelas, los liceos, la UTU y el INAU, se impone. Esa misma articulación debe ser a nivel de pueblos, villas y barrios. Hay que abrir espacios para ellos, respetando sus tiempos, sus modos, su mundo que también está construyendo cultura. Quien busque acercarse a los muchachos y las muchachas para darles "línea" está condenado a la lejanía y al fracaso. Quién se "haga el canchero" para parecerse a ellos está condenado al ridículo. Los niños y los jóvenes son muy fuertes y entras en su mundo si te dejan. Pero también son muy frágiles y así anda una parte de nuestra juventud por los golpes y las frustraciones que ha heredado de las generaciones que las precedieron, es decir, nosotros. Hay que pedir permiso para ir a sus reuniones y sus encuentros y escucharlos. Hay que preguntar ¿qué precisan, muchachos?, ¿qué quieren hacer? y enseguida volver a preguntar ¿cómo podemos hacerlo entre todos? o ¿qué pone cada uno para conseguirlo? Nuestras propuestas tienen que ser atractivas, seductoras, sustentables, llenas de los mejores valores, que tomen todos los temas y tengan siempre a mano equipos multidisciplinarios que nos ayuden. Y sobre todo habilitar el entrecruzamiento de muchachas y muchachos para que los más fuertes ayuden a los más débiles, para que los proyectos integren jóvenes de todos los grupos sociales en procura de realizar el plan establecido entre todos. No es trivial: las reuniones se deben hacer en círculo, por algo hay que empezar. No es banal que pensemos cuáles pueden ser los motivadores de las primeras convocatorias, siempre con un inmenso respeto hacia ellos. Reuniones que son un plomazo no tienen segunda vez. ¿Por qué una estrategia con jóvenes? Porque ".sobre todo les queda hacer futuro / a pesar de los ruines del pasado / y los sabios granujas del presente." (Benedetti)
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