Camino a la integración hemisférica
Presidentes latinoamericanos y caribeños se reúnen para decidir su futuro sin EEUU ni Europa.
El 2008 fue un año de megacumbres. Lima, Perú, fue sede en mayo de la cumbre de América Latina y el Caribe-Unión Europea (ALC-UE) y en noviembre del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC)
Pero a diferencia de esas dos citas, la I Cumbre de América Latina y el Caribe para la Integración y el Desarrollo (CALC), llevada a cabo el 16 y 17 de diciembre en el balneario de Costa de Sauípe, en el noreste de Brasil, fue la primera en que sólo participaron los gobernantes de los 33 países de la región —sin EEUU ni Europa—, que se reunieron "con el propósito de profundizar la integración regional y establecer compromisos efectivos de acción conjunta para la promoción del desarrollo sostenible de sus pueblos", tal como señala la Declaración de Salvador de Bahia.
En esa oportunidad también sesionaron los países miembros del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), del Grupo de Rio —que incluye a todos los países sudamericanos, centroamericanos, México, República Dominicana y la Comunidad del Caribe—, al que se sumó Cuba, y de la Unión de Países Sudamericanos (UNASUR).
El presidente mexicano Felipe Calderón anunció que se está gestando la creación de una instancia de Estados latinoamericanos y caribeños que organice la integración regional "para hacer valer nuestra identidad y fuerza en el mundo". Calderón manifestó su esperanza de que ésta se cree en la próxima cumbre conjunta del Grupo de Rio y la CALC, a realizarse en febrero del 2010.
Los mandatarios discutieron los retos planteados por la crisis financiera, energética y el cambio climático, desde una perspectiva latinoamericana y caribeña.
Entre los compromisos incluidos en la Declaración de Salvador se encuentran la necesidad de impulsar la integración política, económica, social y cultural de América Latina y el Caribe, y su importancia para la promoción de la democracia, la justicia social, la erradicación de la pobreza, el combate al analfabetismo, el enriquecimiento de la cultura, el desarrollo tecnológico y el crecimiento económico.
Igualmente, se defendió "la construcción de un orden internacional más justo, equitativo, fundado en el respeto al Derecho Internacional y a los principios de la Carta de las Naciones Unidas".
Los mandatarios manifestaron su preocupación por la crisis financiera actual, recordando que los causantes fueron los países desarrollados y que por ello deben asumir los costos de su solución. Respaldaron la convocatoria de las Naciones Unidas a la Conferencia de Alto Nivel sobre la crisis financiera, a realizarse el primer semestre de este año.
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