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Idealismo con una dosis de realidad

Anna Wetterqvist
LatiCe

Aldea Yanapay, otra forma de vivir
Foto Yanapay

Cuzco, Perú. Dejó su trabajo en marketing para dedicarse a cambiarles la vida a los niños más humildes de su ciudad. La primera impresión que se tiene de Yuri Valencia de Mendoza es que es una de esas personas que cuando las ves, y por la energía positiva que transmiten, parece que de verdad es posible que el mundo entero se pudiera cambiar al instante.

A pesar de las protestas enérgicas de su familia y sus amigos, abandonó su profesión como administrador de empresas experto en marketing. Carismático y soñador, comparte conmigo cómo su proyecto apoya y acompaña el crecimiento y el desarollo de los niños más marginales de Cuzco.

Para Yuri, en Perú el tema de la ayuda social siempre ha estado muy controlado por la iglesia católica según la cual ayudar equivale a ser bueno, rezar a Dios y donar dinero de vez en cuando, mientras todo está bajo supervisión de la iglesia. Y aclara nos han acostumbrado a que si queremos ayudar ellos deciden como tenemos que hacerlo. Para él eso no era suficiente y, convencido de que algo más se podía hacer, fue que en el 2005 abrió la Aldea Yanapay, un proyecto educativo de desarrollo con dos escuelas de clases extracurriculares para niños de entre 5 y 13 años.

De lunes a viernes, cuatro horas por la tarde, los voluntarios de Yanapay - de la misma comunidad o internacionales, les ofrece a los alumnos, aparte de ayudarles con las tareas que reciben de la escuela pública, clases de música, manualidades, teatro y juegos de circo, de locomoción y recreativos. Yuri destaca que las clases de arte tienen una importancia especial ya que en el 70% de las escuelas públicas, por falta de presupuesto, no se las ofrece. También hay cursos de reforzamiento y de biblioteca, de inglés y clases de religión y cultura. Cada semana los alumnos tienen que presentar a la clase lo que han trabajado durante la semana por medio de un show musical o de teatro o haciendo uso de cualquiera otra expresión artística.

Las dichas clases de religión y cultura, explica Yuri, son fundamentales ya que la iglesia católica les tiene prohibido a las escuelas públicas enseñar sobre otras religiones, culturas y maneras de vivir que no sean las suyas. Estas forman parte de lo que en Yanapay se llama educación alternativa. Yuri dice que la educación en general se presenta como la solución universal para todo, pero destaca que, aparte del nivel de conocimientos y cultura general, también existe la responsabilidad social e individual. Cuenta que el propósito principal de la educación que se da en Yanapay es crear en los niños desde ahora una responsabilidad para que en el futuro ya no sean más víctimas generacionales del alcoholismo, del machismo ni de la discriminación. Los niños, que vienen de familias en las que muchas veces la única educación que reciben es la violencia, en Yanapay aprenden cómo se llega a ser un adulto pacífico, honesto, que puede priorizar, un adulto amable y que también sabe decir gracias y por favor a un niño. Yuri destaca que, para que esto sea una realidad, son muy importantes los voluntarios como modelos de referencia del nuevo modelo de adulto que puede llegar a ser el niño. Para lograr este cambio de consciencia, en Yanapay los niños pueden encontrar diferentes alternativas de comunicación como la llamada comunicación no violenta, y de solución sostenible de problemas. No sólo se las mostramos sino que los voluntarios también las aplicamos, día a día, en el comportamiento que tenemos con ellos.

Algunos de los beneficios que la educación yanapayense ha dado a los niños son: más cultura general, un nivel elevado de lectura y más seguridad en ellos mismos en una sociedad discriminatoria - gracias a las clases de arte y expresión que han favorecido a quitar la timidez en muchos niños. Yuri da el ejemplo de que algunos padres los han felicitado porque sus niños ahora en la casa hablan mucho más, saben más cosas y ellos mismos, los padres, se sorprenden de la cultura general que tienen.


Yuri Valencia de Mendoza con algunos de los niños
Foto: Yanapay
Yuri Valencia de Mendoza con algunos
de los niños.

Las escuelas están financiadas con las ganancias del restaurante Yanapay y el llamado Hostal Mágico, negocios que sostienen el proyecto mediante un principio de economía solidaria. Hoy un 40% del dinero que recibe Yanapay viene de los ingresos del hostal. Yanapay como organización cuenta con 25 profesionales asalariados y está en diferentes redes y mesas de concertación donde participan organizaciones como Unicef y World, además instituciones públicas como el Ministerio de la Mujer, del Niño, centros de salud etc. Todo esto para crear incidencia política en temas de niños, adolsecentes, educación y la sociedad en general.

Para el año que viene se está preparando el lanzamiento de un centro cultural inclusivo y alternativo para incluir a las familias de los niños, en el que los padres y aún los ancianos de la familia podrán desarollar actividades culturales que por falta de recursos económicos hasta ahora no han podido tener.

Un cambio interesante en Yanapay, cuenta Yuri, es que, aparte de los voluntarios internacionales que han asistido el proyecto desde el principio, cada año más personas de la misma comunidad cusqueña se involucran como voluntarios en el proyecto, haciendo del mismo un estilo de vida. Aparte de impartir clases a los niños, ellos también van ampliando sus conocimientos de las diferentes religiones del mundo, de la actualidad peruana etc. a través de los recursos que ofrece Yanapay. Yuri explica que mientras que para los niños la educación peruana sigue siendo de las peores del mundo a pesar de algunas mejoras realizadas por el actual gobierno, el resto de la sociedad sigue siendo de las que menos leen y por eso, dice, a su país le falta mucha cultura general, eso es, la oportunidad de hablar o tener una opinion sobre cualquier cosa, es algo que no existe mucho en Perú, al menos en las clases pobres con las que trabajamos ya que los chicos no leen.

Yuri se ríe un poco cuando quiero saber qué le gustaría que los voluntarios que pasan por el proyecto se lleven de su estadía para ir difundiendo la filosofía de Yanapay. Por muy idealista que sea, me contesta que un poco de realidad. Y lo explica así:

Muchos hemos tenido mucha suerte ya por tener una estabilidad económica o un nivel social alto, pero nos olvidamos que para que nosotros tengamos esto mucha gente ha luchado y han tenido que sufrir e incluso morir. Nos hemos relajado y estamos disfrutando mientras que más del 50% de la población mundial sigue sufriendo por cosas tan estúpidas como un desayuno.

Publicado: enero 2011

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