No es contra Dilma, no es contra Lula, es contra el progreso del pueblo brasileño
Crónicas de una inquilina
A la cúpula empresarial, a la burguesía y a la clase media latinoamericana les asusta la palabra pueblo, se escaman cuando escuchan clase obrera y no digamos cuando retumba como eco de volcán en erupción, el grito enardecido de los campesinos en un indómito poder popular. Los pueblos originarios llevan más de quinientos años resistiendo, no será ahora que los vencerán.
A estos presidentes que fueron electos en democracia con el voto de los más golpeados del sistema, la oligarquía y los malagradecidos les llaman populistas; con el claro afán de menospreciar el voto del pueblo por ser precisamente eso: pueblo.
No es contra Maduro. No es contra Evo. No es contra Correa. No es contra Cristina, es contra el desarrollo del pueblo. No es contra Fidel, es contra la integridad del pueblo cubano. No es contra Chávez, es contra la Revolución Bolivariana. No es contra ninguna corrupción por parte de los gobiernos progresistas, es contra la oportunidad de brindar una vida integral a los mancillados de las clases sociales. Explicándolo con dibujos, es contra el florecimiento de la clase obrera, campesina y proletaria.
Es contra el sistema de educación, de salud y es contra las políticas que le apuestan a la igualdad social. A la inclusión, a los derechos humanos y a dignificar la Memoria Histórica. Es contra quienes buscan la independencia de sus pueblos y contra quienes están en contra de toda injerencia estadounidense en la región. Ninguna cúpula empresarial está feliz si a quienes oprime conocen la libertad: de pensamiento y acción. Si conocen y ejercen sus derechos. Si también tienen acceso a lo básico que es obligación del Estado brindárselos. ¿Qué sucedería con la oligarquía si los oprimidos se revelan? ¿Si el analfabeta aprende a leer y a escribir? ¿Si las universidades despertaran y liberaran el pensamiento analítico de sus estudiantes en lugar de aniquilarlo? ¿Si el egresado universitario tuviera como misión de vida que nada para él que no sea también para los demás?
En resumen pues, lo que está viviendo en estos momentos Suramérica es el resultado de la excelente logística de la guerra sucia en cada país. Sin recurrir a dictaduras sangrientas como en décadas anteriores han logrado a través de polarización de los medios de comunicación; lavar cerebros y arrancar de tajo el débil criterio de la clase media latinoamericana que, por clasista, racista e inhumana es fácil de manipular. Carente de raciocinio es una masa amorfa que toma las calles de su país para salir a manifestar y mostrar su apoyo a lo incongruente, a lo desleal y a lo inhumano. Lo vivido el fin de semana en Brasil es un claro ejemplo del éxito que ha tenido la guerra sucia en la región.
No hay peor enemigo para un pueblo en desarrollo que la clase media que se ha beneficiado con las políticas de gobiernos progresistas. Por excelencia es mal agradecida, avara, traicionera. Es sumisa y camaleónica. Es la aplanadora. Es el trampolín. Es la cuña para la oligarquía.
Para ejemplificarlo y hablar claramente de lo manipulable que es la clase media, veamos la calamidad de Guatemala. Donde miles salieron a protestar por corrupción (y ahí sí con toda razón) pero que por nada del mundo (protestaron por el Genocidio) estuvieron dispuestos a cambiar el sistema y que se llevaran a cabo las transformaciones necesarias, por esa razón sirvieron de cuña para un golpe de Estado claro a Pérez Molina (genocida) por parte de la oligarquía y la embajada de Estados Unidos en Guatemala. (El tipo estaba quemado, ya no les servía para nada). Y aprovechando las manifestaciones y el enardecido fanatismo le hicieron creer que fue la que logró que tanto él como Baldetti renunciaran.
Lo único que hicieron la cúpula empresarial, militar y la embajada de Estados Unidos fue cambiar de lacayo en la presidencia, colocando a uno mucho más servil y ad hoc con el nivel del fanatismo religioso, del clasismo y de la xenofobia con que se engalana la clase media guatemalteca. Y como guinda en el pastel se los pusieron en el escaparate y éstos clase media y burgueses cayeron en la trampa, le dieron su voto. Y así ellos felices y contentos sienten que hicieron historia logrando que unos corruptos renunciaran a la presidencia y colocando a otro usurero con aires de puritano. Guatemala tiene lo que se merece.
Así de manipulable es la clase media latinoamericana, no olvidemos el golpe de Estado en Honduras y el papel que jugó. En Argentina, ahora su flamante presidente en tres meses ha barrido con los logros de los 12 años de los gobiernos de Néstor y Cristina. En Venezuela eligieron una Asamblea Nacional derechista, y aplauden que por segundo año consecutivo Obama declare al país una amenaza para la seguridad de Estados Unidos. Los clase media en Brasil están intentando un golpe de Estado o por lo menos correr la suerte de Venezuela y que Obama (O Hillary que a todas luces será la nueva presidenta de Estados Unidos) también firme un decreto declarando al país una amenaza y así alistar terreno para una posible invasión militar.
Sin ideología, sin humanidad, sin pensamiento analítico, sin deseos de movilizarse y sin la clase media latinoamericana la cuña para cualquier injerencia que busque el retroceso de los pueblos.
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