Paridad en América Latina y el Caribe
Artemisa Noticias
La participación femenina en los parlamentos de América Latina y el Caribe ha crecido en forma sostenida durante las últimas dos décadas a instancias de las cuotas de género, que encaran el problema de la desigualdad desde lo cuantitativo.
En la carrera hacia la paridad de los parlamentos latinoamericanos, Argentina tiene el segundo lugar, siendo pionera en la aplicación del sistema de cuotas. Muchos otros países adoptaron esa política, pero los resultados son divergentes. Cuba no utilizó medidas de acción positiva y es primera en el ranking de representación femenina. Tampoco lo hicieron Chile y Uruguay y están lejos de garantizar la equidad de género en sus parlamentos.
La participación femenina en los parlamentos de América Latina y el Caribe ha crecido en forma sostenida durante las últimas dos décadas a instancias de las cuotas de género, que encaran el problema de la desigualdad desde lo cuantitativo. El avance en las senadurías ha sido lento, pero es importante la proporción de mujeres diputadas, donde el promedio es 22,10 según el Observatorio de Igualdad y Género de América Latina y el Caribe
El ranking del Observatorio muestra que Cuba ocupa el primer lugar con una representación femenina de 43,20 por ciento, Argentina el segundo con 38,50 y Costa Rica el tercero con 36,80. Siguen Ecuador (32,30%), Guyana (30%) y México (27,60%). Más abajo en la escala se suceden el resto de los países sudamericanos, donde Haití con 4,10 tiene el porcentaje más bajo de todo el territorio, y el caribeño Bélice directamente no cuenta con parlamentarias mujeres. En Colombia (8,40%), Panamá (8,50) y Brasil (8,80) ni siquiera cubren el 10 por ciento de las bancas.
El primero en implementar el cupo femenino fue Argentina en 1991, siendo pionero en el mundo. Otros once países instrumentaron medidas similares sobre todo a partir de 1996, asegurando la inclusión de mujeres a través de cuotas mínimas de 20% (Paraguay), 30% (Argentina, Bolivia, Honduras, Panamá y Perú), inclusive 40% (Costa Rica y México). En Ecuador el cupo es de 45 por ciento, y la legislación sancionada en 1997 se reglamentó tres años más tarde. Bolivia y Perú también adoptaron cuotas en 1997 y actualmente las parlamentarias representan 22,30 por ciento y 27,5 respectivamente. Honduras impuso el cupo en el 2000 y en 10 años la participación de mujeres ha estado por debajo del 20 por ciento. En Republica Dominicana de 25 por ciento se subió a 33 en 2002 y la presencia de mujeres es de 19,70 por ciento. Venezuela tiene una puntuación similar (17,5%), aunque en 2008 estableció una cuota de 50 por ciento, siendo la más elevada de todo el continente.
Los resultados de estas acciones afirmativas difieren debido a las particularidades de las normas, por ejemplo la admisión de la alternancia de género en las listas de candidaturas legislativas, tal como hizo Argentina. Pero el nivel de acceso a través de las cuotas ha dependido también de los diferentes sistemas electorales. Siguiendo con el caso argentino, cuando se incluyó el cupo femenino y se reformó la legislación electoral, se fijó para todos los partidos políticos la obligatoriedad no sólo de incluir 30 por ciento de mujeres en sus listas, sino también la posibilidad de resultar electas, no pudiendo relegarlas a los últimos lugares, como ocurre en Brasil. En ese país los partidos o coaliciones deben reservar un mínimo del 30 por ciento y un máximo del 70 para cada sexo desde 1997, sin embargo las brasileñas sólo representan el 8,80 por ciento en el parlamento.
Paraguay es otra jurisdicción con baja representación femenina en la región (12,50%). Cuenta con un cupo de 20 por ciento que fue aprobado en 1996. La cuota en Panamá es de 10 puntos más y se impuso en 1997, pero se reglamentó 10 años más tarde y no tiene carácter obligatorio ya que la legislación electoral no sanciona el incumplimiento; allí las mujeres apenas alcanzan el 8,50 por ciento de representación parlamentaria. Es decir que hay países que promueven la participación política de las mujeres a través de las cuotas de género y sin embargo el acceso al parlamento es bajo.
En cuanto a los países que no han optado por un sistema de cuotas, Chile y Uruguay están lejos de garantizar la equidad de género, el primero cuenta con 14,20 por ciento de parlamentarias y el segundo con 14,10. Aunque en el país oriental el año pasado se aprobó una legislación en ese sentido para ser aplicada en 2014. Sin embargo existen países como Cuba (43,20%) y Nicaragua (20,70%) que no se vieron en la necesidad de adoptar ese tipo de sistema, y han logrado una destacada representación femenina en la región por vía de los valores culturales y la historia política.
En ese marco, en aquellos países proclives a incorporar la perspectiva de género en los distintos ámbitos, hay mejores condiciones para avanzar en la participación política de las mujeres, por ende la equidad entre géneros. República Dominicana prohibió cualquier acto que afecte las condiciones de igualdad de los derechos entre las mujeres y los varones, y promovió medidas para erradicar las diferencias y la discriminación de género. Ecuador también prohibió la discriminación, ordenando al Estado 'formular y ejecutar políticas para alcanzar la igualdad' e incorporó el enfoque de género en planes y programas con carácter obligatorio para el sector público. Asimismo Costa Rica presentó una política de género en diciembre de 2009 con el objetivo de 'construir una sociedad mejor para todos'.
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